Reflecciones sobre el ministerio de Menno Simons (the Mennonite)
Reflexiones sobre el ministerio de Menno Simons.
Las tensiones que la realidad impone: entre la persecución, el rigor doctrinario y el amor pastoral
by Tony Brun
Hemos de tomar distancia – valorativa pero también crítica – de Menno Simons. En ocasiones, es la distancia lo que nos ayuda a ver mejor. Cada persona o movimiento en evolución acaba tropezando con sus propios límites intrínsecos o limitaciones circunstanciales. Esta inevitabilidad aconteció también – lógicamente – con la pastoral de Menno Simons.1 A la misma vez, sus mismas limitaciones pueden constituirse en impulsos de trascendencia que otros movimientos o personas retomarán. Por eso, también hemos de ir más allá de Menno Simons.
En esto encontramos la circularidad hermenéutica (interpretativa) lanzada por el teólogo uruguayo Juan Luis Segundo: “Es necesario un continuo cambio en nuestra interpretación de la Biblia en función de los continuos cambios de nuestra realidad presente tanto individual como social. Y el carácter circular de dicha interpretación va en que cada nueva realidad obliga a interpretar de nuevo la revelación de Dios …”2
Como hemos analizado, sus problemas y también sus respuestas pastorales y/o teológicas pueden coincidir con los nuestros hoy en día. Pero también es obvio que nuestros problemas y respuestas necesariamente son y han de ser diferentes, nuevos y ni siquiera sospechados por Menno Simons.
Al respecto coincidimos con Juan Luis Segundo: “Si nuestra interpretación no cambia junto con los problemas reales, estos quedarán sin respuestas, y lo que es peor, recibirán respuestas viejas, inservibles y conservadoras”.3
Por eso, hemos de tomar distancia de Menno Simons, incluso hasta por seguimiento a la recomendación del apóstol Pablo: “examinadlo todo, retened lo que haya de bueno y manteneos lejos de toda clase de mal” (1 Tes 5:21-22).
1. Antes de criticar, comprender
Inmediatamente al abandono del sacerdocio católico romano, Menno no tuvo hasta el día de su muerte residencia fija. Cuando no estaba viajando visitando las iglesias, debatiendo contra contendores, animando los líderes, estaba huyendo secretamente de sus perseguidores. Con el crecimiento del movimiento pacífico anabautista, crecían las necesidades de orientación doctrinal, las disputas y divisiones internas. Muy pronto se extendió el liderazgo de Menno Simons. Sus escritos pastorales y tratados apologéticos eran impresos por todas partes a pesar de las persecuciones. Los severos edictos imperiales y las argucias del poder político-religioso para encontrar traidores entre el movimiento anabautista-menonita, no dieron resultado. Menno continuaba su labor itinerante y persistente.
Sus labores pastorales y sinodales comprendían: extender el movimiento, fortalecer y consolidar su unidad en doctrina y práctica pacífica, y escribir extensos tratados al servicio de las necesidades de las iglesias. Siempre se contaba con él para predicar, visitar las comunidades esparcidas, bautizar, orientar y consolidar las iglesias.
Así fue desarrollándose el amplio ministerio de Menno Simons: entre la persecución, el rigorismo doctrinal y el amor pastoral. Muy tempranamente la dura realidad le imponía su dolor y peligros. Es necesario comprender este contexto para comprender también sus ambigüedades y lo que hoy juzgaríamos como desaciertos pastorales y/o teológicos de Menno Simons. Tales ambigüedades y desaciertos le merecieron severas críticas y desacuerdos por parte de otros líderes anabautistas. Las tensiones, dolores y disgustos pastorales le provenían de afuera y de dentro de las iglesias.
2. Desde afuera: persecuciones y martirios
Confundidos y tratados como los apocalípticos violentos, los primeros seguidores de Menno Simons – pese a su notorio pacifismo – enfrentaron persecuciones, exilios, torturas y martirios. El mismo Menno Simons escapó muchas veces de ser cazado y martirizado.4 No así muchos de sus discípulos y recientes bautizados.
“Un hombre – escribe Menno – muy piadoso y temeroso de Dios, llamado Tjard Reynders, fue tomado prisionero donde yo vivía por la razón de haberme recibido secretamente en su casa, a pesar de ser yo un hombre sin hogar, sin amigos, y sin consideración de nadie. Poco después fue condenado y torturado en el torno y después de dar un valiente testimonio de su fe, murió… a semejanza de Su Maestro. Siempre había sido considerado hasta por sus enemigos, como un hombre piadoso e irreprensible”.5
¿Qué impacto debe haber dejado esta y otras experiencias similares en el ministerio de Menno Simons? Algunos de sus bautizados poco después fueron capturados y sometidos a tortura y muerte.6 Como ya reflexionamos podemos comprender sus cuestionamientos ¿“por qué los justos sufren y los malos prosperan?”. Podemos también entender sus escritos de consolación que apelan a la resistencia pacífica y a la esperanza apocalíptica en la justicia a las víctimas. Pero también podemos percibir – como ya dijimos – con claridad el porqué de su denuncia profética y actividad política a favor de los pobres y contra los opresores.
Porque para Menno Simons, como hemos aclarado en anteriores reflexiones y aplicando ahora las palabras del teólogo jesuita salvadoreño Jon Sobrino, “no solo hay que hablar de la cruz ( y resurrección), sino también de crucificadores (y del resucitador)”.7
Este es un aspecto de la pastoral de Menno Simons que continua siendo pertinente para rehacer la esperanza de las víctimas en la actualidad. Se trata de un asunto que se torna más relevante en el mundo de la pobreza y la opresión. Esta esperanza en la victoria de las víctimas es más relevante para el tercer mundo que para el primer mundo. Allí donde ocurren las crucifixiones de la historia contemporánea, allí puede resonar con más claridad no una esperanza cualquiera en la resurrección como destino luego de la muerte natural, sino una “esperanza en el poder de Dios contra la injusticia que produce victimas”.8
¿Explicaría esto la vitalidad social que el anabautismo radical despierta en la juventud del tercer mundo y la apatía (a-pathos = sin pasión) que en general le caracteriza en las iglesias del primer mundo? Tal vez. En todo caso, todos somos llamados a entroncarnos en esa esperanza mediante la práctica de liberación y compasión necesarias: bajar de la cruz a pueblo crucificado.9 En términos anabautistas, esta práctica corresponde al seguimiento de Jesucristo.
Menno Simons no escribió una teología sistemática sobre el Dios de las víctimas. Sus escritos más fundamentales no eran estrictamente teológicos sino referidos a la doctrina y prácticas de la iglesia.10 Sin embargo, en sus palabras pastorales podemos inferir la imagen divina de un Dios solidario con las víctimas.
“El mensajero ya está en la puerta, el que nos va a decir: ‘Vengan, benditos, entre en la gloria de su Señor’. Entonces nuestro luto se convierte en risa, nuestro dolor momentáneo en alegría sin fin. Estos tiranos con sus leyes sangrientas tienen su fin …” 11
“También sabemos que Aquél que nos ha llamado en esta gracia y en Quien confiamos, llevará nuestras cosas a buena conclusión. Él estará junto a Sus pobres y acosados hijos y los salvará en todo tiempo de necesidad y prueba, para su eterna honra y gloria.”12
No podemos saber cuán consciente estaba Menno Simons de esta idea de Dios. Sus preocupaciones más urgentes no eran teológicas sino concretamente pastorales. Sin embargo, partiendo de estas sus insinuaciones podemos adherirnos y desarrollar una idea de Dios más bíblica y corresponsable con las víctimas del mundo.13 Como hemos dicho, cada nueva realidad exige una nueva interpretación de la revelación divina.
Hemos de interpretar no solo nuestra tradición sino sobre todo nuestra situación. A cada líder, a cada pastor o pastora, a cada comunidad de creyentes le corresponde arriesgar e imaginar nuevas ideas de Dios.
Nuevas imágenes de Dios – que siempre es infinitamente más que nuestras imágenes – pueden ayudarnos a responder pastoralmente mejor a las necesidades del pueblo. En este sentido no abogamos por un distanciamiento de Menno Simons, sino por un ir más allá.
3. Desde adentro: pleitos, divisiones y rigor doctrinal
En los primeros años de ministerio anabautista Menno Simons se esforzó por establecer una distinción entre el derrotado movimiento violento de la ciudad de Munster y sus seguidores.
En sus viajes y escritos, predicaciones y debates, llamaba los erráticos apocalípticos a incorporarse a las comunidades anabautistas y pacifistas. Fue a partir de 1540 que se conoció ese movimiento como “menonitas”, caracterizándose por su rechazo de la violencia. En ese mismo año, Menno Simons publicó lo que quizás fue su obra más importante “El fundamento de la doctrina cristiana”.
El rápido surgimiento de iglesias, los restos activos del apocalipticismo violento y nuevas tendencias de espiritualismo místico – el cual Menno Simons consideraba peligroso - hicieron que el anabautismo menonita se volviera más sectario, ortodoxo en la doctrina y riguroso en la disciplina. La excomunión o expulsión de la comunión fraternal adquirió una frecuencia extraordinaria. Y también, trajo pleitos y divisiones más frecuentes al interior de la grey de Menno Simons. Hasta sus últimos años Menno se vio envuelto – personalmente o por carta – en las discusiones y discrepancias respecto a la disciplina o excomunión. Pero antes veamos las varias opiniones respecto a la excomunión.
3.1 Diversas opiniones sobre disciplina y excomunión
Es necesario comprender que existían en la época una variedad de opiniones y prácticas respecto a la excomunión. Primero, el cristianismo católico o protestante que reconocía la fusión iglesia y sociedad practicaban dos clases de excomunión. La “excomunión menor” que prohibía la participación en los sacramentos eclesiásticos. La “excomunión mayor” o sea la exclusión absoluta de la sociedad civil, el destierro, aun la persecución, tortura y hasta la muerte. Como muchas veces se lamentaba Menno ¡ambas cosas legitimadas con la Biblia! Segundo, los anabautistas que en general pregonaban la separación Iglesia y Sociedad y que los sacramentos contenían menos dimensión sagrada, practicaron otras formas de excomunión relacionada a la separación o trato fraternal. Es decir, relacionada a la vida de la iglesia. Tercero, aun entre los anabautistas se dieron diferencias en su aplicación, siendo sus extremos el rigor cruel y moralista y la comprensión indulgente.
Según J.H. Yoder “Menno se considera como centrista” o sea, entre ambos extremos y que entendía la separación no como búsqueda de pureza impecable sino como terapéutica pastoral, conducir al hermano errado hasta la reconciliación”.14
Creemos más bien que Menno Simons fue ambiguo moviéndose entre uno y otro extremo. Esa ambigüedad lo llevó a incongruencias, contradicciones y un autoritarismo no connivente con la práctica del amor.Y en esto hemos de distanciarnos de Menno Simons. Veamos.
Con frecuencia lamenta las contiendas “tanto por excesivo rigor como por excesiva indulgencia” y apela a que “esas lamentables contiendas respecto a la separación –tanto por rigurosidad como por indulgencia – sean finalizadas…” Inclusive reconoce que “no recibiré agradecimiento por parte de muchos, porque para algunos lo que he escrito será demasiado riguroso y para otros demasiado indulgente. Tengo que sufrir esto como lo he hecho en estos quince años…Pero no me atrevo ni ser más riguroso ni más tolerante que aquello que el Espíritu Santo me enseñe”.15
Menno Simons apela a la enseñanza del Espíritu sobre su persona, lo cual le acercaría a tendencias espiritualistas. Sin embargo, cuando algunos de sus ex seguidores y ministros habían abrazado el espiritualismo los excomulgó u ordenó excomulgarlos como anatemas. Por ejemplo, el caso de Adam Pastor ministro pacifista y ordenado por el propio Menno Simons en 1542 quien discordaba de la interpretación de Menno respecto a la divinidad de Cristo y respecto a la excomunión era más tolerante. Al respecto es interesante lo que dice el historiador George H. Williams: “Adam Pastor fue expulsado principalmente por sus ideas sobre Cristo y la Trinidad, [contrarias a las de Menno Simons] pero también había resultado que, en cuestiones como la excomunión y la separación entre los fieles y el estado, era mucho menos riguroso que el grupo principal de los menonitas”16
Pero en general en los años de frecuentes disensiones optó por el rigor – en ocasiones, moderado – de la separación y la evitación.
3.2 Respecto a la encarnación, la iglesia y la excomunión
Primero, Menno Simons desarrolló una idea de la encarnación de Cristo que causó mucha polémica y disensiones en el anabautismo de sus días. En esencia, para Menno Simons “Jesucristo – en cuanto a su origen – no es hombre terrenal, esto es, fruto de la carne y sangre de Adán. Es un fruto o un hombre celestial, su origen es el Padre, a semejanza del primer Adán, con excepción del pecado”17. En sus palabras, “no se hizo carne de María sino en María”.18
Segundo, en seguimiento de esto, la comunidad de los santos – la iglesia – que participa de la carne celestial de Cristo en la eucaristía o Cena del Señor, “están en Cristo, son creaturas nuevas, carne de su carne [celestial] hueso de su huesos y miembros de Su cuerpo … Ellos son la simiente espiritual de Abraham, hijos de la promesa, empeñados con Dios y co-participes de la bendición celestial”.19
Tercero, para Menno Simons la Iglesia era una comunidad disciplinada, inmaculada, sin mancha ni arruga. El nuevo orden de Dios se hallaba primordialmente en la Iglesia como comunidad de regenerados.“Según mi sentir –dijo Menno Simons – la excomunión es una característica sobresaliente, un honor, y un medio de prosperidad para una verdadera iglesia”.20 Por lo tanto, se comprende el rol primordial que fue adquiriendo la excomunión como separación y evitación de quienes se mantenían en el pecado. Para salvar la pureza de la doctrina y de la comunidad de santos, la excomunión era fundamental.
Cuarto, la excomunión o separación no hace acepción de personas. Para Menno Simons era una regla y orden general. Si bien lleva la meta del arrepentimiento y la reconciliación del pecador, también busca la “protección” de la iglesia. Por eso, Menno Simons y sus principales ministros definen la disciplina como “evitación” y era usada para “purificar, expulsar, apartarse…La separación fue establecida para que no seamos leudados con la falsa doctrina o con la impureza de vida del apóstata … Por lo tanto el Espirito Santo nos aconseja evitarlos para que no leuden nuestra fe y nos deshonren ante Dios”.21
Quinto, contra los excesos de rigurosidad y hasta crueldad liderados por algunos de sus propios obispos holandeses,22 Menno Simons busca una postura más moderada señalando que “a separación no es dada para destruir sin para edificar...es una obra de amor divino y no de perversa, inmisericorde y pagana crueldad … Por otra parte, las Escrituras enseñan que debemos sobrellevar a los débiles”.23 Sin embargo, en la práctica no sería siempre tan caritativo como en estas sus palabras. Apoyó la separación de los conyugues o padres e hijos por motivo de la excomunión como “evitar” [al pecador].
Ante los hechos mencionados (ver nota 21), Menno Simons manda una carta de protesta y condena de tales excesos, calificándolos como “inauditos fanatismos”. Sin embargo, llegado el momento no se puede decir que actuó en consecuencia de esto.
En otra parte, habían surgido disensiones entre aquellos que siendo un poco más indulgentes no evitaban al pecador excomulgado en el trato cotidiano, y los que por el contrario huían de todo trato social o cortés con la persona excomulgada. Menno se hallaba entre dos fuegos. Siendo el mismo intimidado y amenazado de excomunión si apoyaba la indulgencia, y queriendo mantener la disciplina como primordial en la Iglesia, acabó inclinándose hacia la posición más rigurosa declarando que todos los lazos humanos, incluso matrimoniales y familiares, tenían que ser cortados por fuerza suprema de la excomunión ordenada por los líderes de la iglesia. Los hermanos más indulgentes le reclamaron esta actitud, a lo que Menno Simons respondió en lo que sería su último escrito conocido, una autodefensa de su endurecida posición.24
La ambigüedad de Menno Simons le hizo verse forzado a tal actitud extremista que finalmente acabaría reforzando el rigorismo excesivo de sus principales líderes y obispos. Menno habría escrito otra carta con la esperanza de que aceptaran su postura. La carta no fue recibida con simpatía. El cisma ya era definitivo.
Vale mencionar que el grupo más moderado, tolerante y ecuménico en relación con otras iglesias y al cual Menno Simons rechazó en esa ocasión, fue el único grupo anabautista de Países Bajos que nunca se dividieron en cismas en ese largo periodo. Menno Simons apegado al rigor doctrinal con sus colegas obispos, nunca se adhirió a esta renovación de su movimiento, y las divisiones dentro de su grey continuaron por varios años después de su muerte.
3.3 Tomando distancia de Menno Simons
Toda tradición puede quedarse confinada en su tradición. Pero ser radical no es solamente quedarse en lo que fue, sino en ocasiones exige distanciarse e ir más allá. Como hemos dicho, Menno Simons fue un hijo de su tiempo y sus circunstancias. Con aciertos y errores buscaba responder pastoralmente a las tensiones que la realidad de su tiempo le exigía. Nuestra realidad, nuestro tiempo, nuestras circunstancias imponen cuestionamientos y tensiones diferentes también, por eso diferentes han de ser nuestras respuestas. Solo basta esta constatación para reconocer que llega el momento en que hemos de distanciarnos de Menno Simons.
Respecto a su concepto y práctica de la excomunión, hemos de distanciarnos porque sus respuestas pastorales ya no corresponden a nuestro tiempo y nuestras convicciones.
Su idea de la encarnación de Cristo es no solamente inadecuada teológicamente pues quitaría de Cristo toda su humanidad, sino deficiente en sus conocimientos biológicos. La idea de Menno Simons sobre la “carne celestial de Cristo” carece de toda base seria en la enseñanza de Jesús de Nazaret, quien nunca enseñó sobre lo que se convertiría luego en el centro de la fe cristiana. Además sobre la encarnación hasta el día de hoy no se han dado explicaciones satisfactorias.
Su imagen perfeccionista e inmaculada de la Iglesia necesariamente llevaría a prácticas rigurosas de la excomunión. Pero esto se aproxima más al espíritu farisaico que al evangelio de Jesucristo. Menno Simons usó más los textos paulinos para fundamentar la evitación o separación del pecador. E incluso, cuando interpreta Mateo 18:17 (“considéralo como gentil y publicano”) lo hace con el énfasis paulino de “evitar, separar, expulsar” (2 Tes 3:6; 1 Cor 5:11). Creemos que esto no condice con el espíritu de Jesús de Nazaret que comía, atendía y se rodeaba de “gentiles y publicanos” a quienes comunicaba la buena noticia de salvación y la gracia divina. Lejos de significar “separar, evitar, expulsar” este mensaje del evangelio significa que - como bien dice Juan Driver – “la comunidad debe volver a rodearlo con toda su solicitud evangelizadora”. 25
En este aspecto de la excomunión en el ministerio pastoral de Menno Simons abogamos por un distanciamiento de su práctica con rigor. Esta rigurosidad práctica y doctrinal del Menno Simons no nos es relevante para el día de hoy. En efecto, seguir esta enseñanza de Menno Simons haría a nuestra pastoral obsoleta e ignorante. Obsoleta porque no respondería a los nuevos problemas y a las nuevas soluciones que nos exige el ser humano y sus relaciones sociales en la actualidad. E ignorante porque desconocería los cambios y avances del conocimiento de la humanidad. Entonces, se hace necesaria una toma de distancia de Menno Simons.
Si tal fuera el caso, ¿podemos imaginar que el mismo Menno Simons nos orienta en esta toma de distancia? Creemos que sí. En 1550 publicó un tratado titulado “Clara exposición sobre la excomunión”. Allí se encuentran dos frasesitas que nos guiarán en nuestro distanciamiento y camino al encuentro de nueva luz respecto a la excomunión en el ministerio pastoral:
“La unción del Espíritu Santo nos ensenará qué será mejor hacer en ese caso…Porque un verdadero cristiano debe esforzarse por aquello que es lo mejor y lo más seguro”.26
4. Preguntas a nuestro ministerio pastoral
Algunas veces ciertos líderes son llamados – incluso por las mismas exigencias de la realidad – a ejercer una labor pastoral y de unidad más allá de una parroquia o comunidad local.
Lógicamente en aquellos tiempos las labores sinodales o en el conjunto de iglesias no tenían el volumen gigantesco de “asuntos administrativos” como en la actualidad. Pero tanto en sus escritos como en sus frecuentes reuniones y debates, el centro de su preocupación era la iglesia. No promoviéndose a sí mismo ni afanándose por poderes jerárquicos y eclesiásticos, buscó siempre seguir su vocación ministerial de servir al crecimiento, la unidad y paz del conjunto de las iglesias. Esto podemos observarlo claramente en su cambio de estilo de vida y de ministerio, caracterizado por la estrechez, la honradez y la cruz. E incluso, sus errores ya señalados nos hablan de una pasión por servir a la Iglesia y no por servirse de la iglesia.
En esto, Menno Simons es un ejemplo de servicio para quienes ejercen labores de pastorales y administrativas en conferencias o convenciones de iglesias.
Nunca es tarde para cambiar y seguir siendo esencialmente libre y honrado. No por obligación doctrinal o por miedo a la excomunión, sino por gracia divina. Por otra parte, hay veces en el ministerio cuando nos vemos presionados o presionadas por las tensiones que la realidad nos impone. En estas situaciones para seguir siendo esencialmente el mismo o la misma, hay que cambiar.
1. ¿Cuáles pueden ser los cambios personales que la realidad le exige?
2. ¿Cuáles son los cambios ministeriales que la situación eclesial le impone?
3. ¿De qué manera esos cambios personales o ministeriales proveen un mejor servicio y amor a la iglesia?
Muchos aspectos del ministerio pastoral son influenciados por la imagen de Dios que tenemos y alimentamos. Seamos consientes o no en los sermones y prácticas ministeriales, en como nos relacionamos con las personas o como administramos la iglesia y hasta en la forma en que criamos nuestros hijos, subyacen determinadas imágenes de Dios. Aunque sin elaboración teológica, en el ministerio pastoral de Menno Simons podemos encontrar una – entre otras – imagen de un Dios solidario con las víctimas.
1. ¿Cuál es su idea o imagen de Dios?
2. ¿Cómo influye esto en su ministerio pastoral o eclesial?
3. ¿Quiénes son las victimas en su comunidad o vecindario?
4. ¿Cómo se relaciona, responde y corresponde su idea o imagen de Dios con esas víctimas? ¿Por qué?
La palabra discípulo está relacionada con la palabra y el concepto “disciplina”. Lamentablemente la palabra disciplina ha sido desvirtuada de su sentido más original y acabó significando para el común de la gente en “castigo, punición, pena”. Aun en el tiempo de Menno Simons tales eran los significados. Aunque el mismo Menno buscó en sus escritos introducir el amor relacionado práctica disciplinar, en realidad sus acciones y decisiones mostraron más el sentido de “punición ejemplar”.
1. ¿Cómo se ejerce la amonestación, disciplina o excomunión en su comunidad eclesial?
2. ¿Recuerda un caso en que tal práctica aconteció en su iglesia? ¿Qué opinión le provoca actualmente tal experiencia?
3. ¿Ha predicado o escuchado un sermón expositivo sobre Mateo 18:15-20?
4. Si su respuesta anterior es “sí”, ¿cuál ha sido el énfasis de la enseñanza general? ¿Y cuál ha sido la interpretación de “tenerlo por gentil y publicano” (vers. 17)?
Tony Brun es parte del equipo de la oficina de Educación Pastoral y de Liderazgo Hispano en la Agencia de Educación Menonita.
1Con frecuencia nos parece encontrar un Menno Simons distinto entre los primeros y los últimos años de su ministerio. Tales cambios son consustanciales al proceso existencial de un individuo. Pero también lo son por las circunstancias cambiantes que le toca vivir.
2Segundo, Juan Luis. Liberación de la Teología (Editorial Lolhé, Buenos Aires 1975) p. 13
3Ibid, 13
4Although he successfully eluded arrest, numerous tales circulated of his narrow escapes from the authorities.
One oft-repeated, though likely apocryphal, story recounts how Menno was once traveling by stagecoach when a group of armed horsemen, carrying a warrant for Menno’s arrest, overtook the carriage. As it happened, Menno was seated outside next to the driver. When the soldiers asked him whether Menno Simons was in the carriage, Menno leaned into the coach and said, "They want to know if a Menno Simons is in there." When the occupants said no, Menno answered his pursuers: "They say he is not in there." The horsemen continued on their way. (https://www.mcusa-archives.org/MHB/mhb-roth.html)
5Bender, H. S y Horsch, J. Menno Simons. Su vida y sus escritos (Herald Press, Scottdale, PA 1979) p.48
6Ibid, 51
7Sobrino, Jon. La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas (Editorial Trotta, S.A. Madrid 2007) p.131
8Ibid, 70
9ASETT. Bajar de la cruz a los pobres: Cristología de la Liberación
10Excepto un breve tratado titulado “Confesión del Trino Dios” (1550)
11Snyder, Arnold. Selecciones Teologicas Anabautistas (Herald Press, Scottdale, PA 1985) p. 299-300
12Yoder, John H. (comp) Textos Escogidos de la Reforma Radical (La Aurora, Buenos Aires 1976) p.382-383
13En esta línea se ubican los trabajos más recientes de Jon Sobrino, así como también Jurgen Moltmann y Juan Luis Segundo. Además, la teología latinoamericana de la liberación no solamente ha reflexionado sobre la solidaridad de Dios, sino la misma presencia divina en los pobres y crucificados.
14Yoder, J.H. op cit, 346
15Ibid, 363-364
16Otro caso semejante es el de Francis Kuyper ex menonita y colega de Adam Pastor. Ver George H. Williams en La Reforma Radical (FCE, Mexico 1983) y H.S.Bender en Menno Simons. Su vida y sus escritos (Herald Press, Scottdale, PA 1979) p.68. Paréntesis nuestros)
17Williams, G. La Reforma Radical (FCE, México 1983) p. 431
18Ibid, 431
19Ibid, 430. Ver también Arnold Snyder en Selecciones Teológicas Anabautistas, op cit p. 80
20Ibid, p 432
21Yoder, J.H. op cit, p. 355 y 357
22Algunos líderes menonitas llegaban hasta a meterse por la noche en la casa de un hombre excomulgado o culpable de algun delito de excomunión, para quitarle a su mujer y a sus llorosos hijos, y asi poner en práctica la separación de la excomunión. Algunos eran excomulgados de la noche a la mañana sin que supieran el porqué. Ver G.H. Williams en La Reforma Radical (FCE, México 1983) p. 533-534
23Ibid, 359 y 357
24Para mayor información y detalles ver Williams, G.H. en La Reforma Radical (FCE, México 1983) p534-535
25Driver, Juan. Contracorriente. Ensayo sobre eclesiología radical (CLARA – Semilla, Colombia 1998) p. 69. Tercera edición.
26Yoder, J.H. op cit, p. 360 - 361