Antiguas confesiones de fe menonitas

29.02.2012 21:26

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Copyright © 1995 Dionisio Byler
Schleitheim (1527) y Dordrecht (1632):
Antiguas confesiones de fe menonitas
edición preparada por Dionisio Byler en 1995
Presentación
Los Siete Artículos que conforman el Acuerdo de
Schleitheim fueron adoptados en una reunión clandestina
de anabaptistas celebrada en el pueblito de
ese nombre, (Cantón de Schaffhausen, Suiza), el 24
de febrero de 1527. Externamente perseguidos e
internamente desunidos y desorganizados, el
hecho de llegar los anabaptistas a este acuerdo por
unanimidad, pareció en su día pocomenos que
milagroso. El autor de la carta de presentación y
probable autor de un primer borrador de los artículos
fueMiguel Sattler, cuyo martirio el 20 de
mayo de 1527 (sólo tresmeses después de dicha
reunión) causó una profunda impresión entre los
hermanos y fue narrada por varios autores anabaptistas
de la época.
Esta no es una Confesión de Fe propiamente
dicha, puesto que en lugar de tratar sobre toda la
doctrina cristiana, sólo toca aquellos puntos que
distinguían a los anabaptistas de las iglesias estatales.
La Confesión de Dordrecht fue adoptada por un
congreso de menonitas holandeses en la ciudad
del mismo nombre el 21 de abril de 1632. Antes
de que concluyera el Siglo 17 había sido adoptado
también por los menonitas del Palatinado (Alemania),
de Pennsylvania (entonces colonia inglesa)
y de Alsacia (Francia). En los siglos subsiguientes
ha sido la Confesión de Femenonitamás
difundida por todo elmundo, desde Rusia y
Ucrania, hasta el Paraguay. La redacción del primer
borrador fue obra del obispo menonita flamenco,
Adrián Cornelis.
En la tradición menonita, una confesión de fe
es siempremeramente representativa y testimonial;
nunca goza de autoridad comparable a la de
la Biblia.
Ofrecemos la presente edición en castellano de
estas antiguas confesiones de fe, como testimonio
de las raíces de las comunidades menonitas del
presente. Aquellas raíces influyen sobre la doctrina
y también la vivencia práctica de la fe. En estas
confesiones de fe se comprueba lomucho que tienen
los menonitas en común con las demás confesiones
evangélicas. Y se observan también aquellos
énfasis que, salvo algunas lógicasmatizaciones
imprimidas por el paso de los siglos, siguen
caracterizando a losmenonitas hasta el día de hoy.
2 Antiguas confesiones de fe menonitas
El acuerdo de Schleitheim
Fragmento de la carta de presentación
Amados hermanos y hermanas: Nosotros, que
nos hemos reunido en el Señor en Schleitheim am
Randen declaramos, en puntos y artículos, a todo
aquel que ama al Señor: Que en cuanto a nosotros
atañe, hemos sido conducidos a esta unidad en la
que nos plantamos firmes en el Señor como hijos
obedientes de Dios (hijos e hijas) que hemos sido
separados y nos mantendremos separados del
mundo en todo lo que hagamos y dejemos de
hacer. La alabanza y la gloria sean sólo para Dios,
esto ha sido posible sin la disconformidad de nadie,
hallándose todos los hermanos en completa
paz al respecto. En esto hemos sentido la unidad
del Padre y de nuestro Cristo común, hechos presentes
con nosotros pormedio de su Espíritu. Porque
el Señor es Señor de paz y no de contienda,
como Pablo indica. Para que veáis en qué puntos
experimentamos esto, debéis observar y comprender
lo siguiente:
Una gran ofensa ha sido introducida entre nosotros
por ciertos falsos hermanos, por la que varios
se han apartado de la fe, pretendiendo practicar y
observar la libertad del Espíritu y de Cristo. Pero
estas personas se han desviado de la verdad (para
su propia condenación) y se han entregado a la lascivia
y el libertinaje de la carne. Han pensado que
la fe y el amor pueden hacer y permitir cualquier
cosa y que nada les puede dañar ni condenar, ya
que presumen de «creyentes».
Tomad nota de ello vosotros, miembros de Dios
y de Cristo Jesús, que la fe en el Padre celestial por
medio de Jesucristo no toma esa forma; que no
produce ni genera tales cosas como estos falsos
hermanos y hermanas practican y enseñan. Guardaos
y estad sobre aviso respecto a tales personas,
puesto que no sirven al Padre, sino a su propio padre,
el diablo.
Pero entre vosotros esto no es así; puesto que
los que están en Cristo han crucificado la carne con
toda su lujuria y sus deseos. Yame entendéis, y
sabéis a quienes nos referimos. Separaos de ellos,
puesto que se han pervertido. Rogad al Señor que
les sea concedido el conocimiento que produce
arrepentimiento, y rogad por nosotros, que nos
mantengamos constantes y perseveremos en el camino
que hemos emprendido, para la gloria de
Dios y de Cristo su Hijo, amén.
Los siete artículos
Los artículos que hemos tratado y en los que
hemos sido conducidos a la unidad, son estos: el
bautismo, la excomunión, el partimiento del pan, la
separación de la abominación, los pastores de la
congregación, la espada, el prestar juramento.
I. Observad respecto al bautismo: El
bautismo será administrado a todos aquellos que
hayan sido instruidos en el arrepentimiento y el
cambio de vida, que de verdad creen que sus pecados
les han sido quitados pormedio de Cristo, y a
todos aquellos que desean andar en la resurrección
de Jesucristo y ser sepultados juntamente con él en
la muerte, a fin de resucitar juntamente con él; a
todos aquellos que entendiendo estas cosas, lo desean
ellosmismos y nos lo piden. En esto queda
excluido todo bautismo infantil, que constituye la
primera ymayor de las abominaciones del Papa.
Respecto a esto, tenéis razones y testimonio de sobra
en los escritos y en la práctica de los apóstoles.
Nos atenemos a esto con sencillez pero con toda
firmeza y seguridad.
II. Hemos sido conducidos a la unidad
respecto a la excomunión, de la siguiente
manera: La excomunión ha de emplearse con todos
aquellos que se han entregado al Señor para
seguirle en susmandamientos; aquellos que han
sido bautizados en un mismo cuerpo de Cristo, y
presumen de llamarse hermanos o hermanas, y que
a pesar de todo acaban cayendo en el error o el pecado,
siendo sorprendidos en su simpleza. Tales
personas han de ser advertidas dos veces en privado,
y una tercera vez han de ser amonestados en
público ante la congregación entera según elmandamiento
de Cristo (Mat. 18). Sin embargo esto ha
de hacerse conforme al orden establecido por el
Espíritu de Dios, antes del partimiento del pan, para
que podamos todos partir y comer de un mismo
pan y beber de unamisma copa en un mismo espíritu
y en un mismo amor.
Traducción de D. Byler, desde la traducción al inglés que aparece en
J. H. Yoder, The Legacy of Michael Sattler (Scottdale: Herald, 1973), pp. 34-45.
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III. Respecto al partimiento del pan,
hemos llegado a la unidad y estamos de acuerdo
así: Todos los que desean partir elmismo pan en
conmemoración del cuerpo partido de Cristo, y todos
los que desean beber de una misma bebida en
conmemoración de la sangre vertida de Cristo,
primeramente han de estar unidos en un mismo
cuerpo de Cristo, o sea la congregación de Dios,
cuya cabeza es Cristo; y estomediante el bautismo.
Porque como Pablo indica, no podemos participar
a la vez de la mesa del Señor y de la mesa de los
diablos. Tampoco podemos participar y beber a la
vez de la copa del Señor y de la copa de los diablos.
O sea que nadie que tenga compañerismo con las
obrasmuertas de las tinieblas puede participar en
la luz. Así, ninguno que siga al diablo y al mundo
puede tener parte entre los que han sido separados
del mundo para Dios. Quienquiera yace en la
maldad no halla lugar entre los buenos.
Por estemotivo tiene forzosamente que resultar
que todo aquel que no comparte un mismo llamado
de un mismo Dios a una misma fe, a un mismo
bautismo, a un mismo espíritu, a un mismo cuerpo
conjuntamente con todos los hijos de Dios, tampoco
puede ser partícipe de un mismo pan con ellos,
tal y como tendría que suceder en cuanto uno quisiera
partir el pan correctamente según elmandamiento
de Cristo.
IV. Hemos sido conducidos a la unidad
tocante a la separación que ha demantenerse
respecto a los malos y perversos que el diablo ha
sembrado en este mundo, sencillamente como sigue:
En que no hemos de tener comunión con los
tales, ni correr juntamente con ellos en la confusión
de sus abominaciones. Por estemotivo: Todos los
que no han entrado a la obediencia de la fe y no se
han unido a Dios de tal manera que anhelan hacer
su voluntad, son una gran abominación delante de
Dios; por consiguiente, aparte de cosas abominables,
ninguna otra cosa puede salir ni brotar de
ellos. Ahora bien: No existe en el mundo otra cosa
que el bien y el mal, la fe y la infidelidad, las tinieblas
y la luz, elmundo y aquellos que han sido separados
delmundo, el templo de Dios y los ídolos,
Cristo y Belial; y es imposible que tengan comunión
entre sí.
A nosotros, entonces, el mandamiento de Dios
nos resulta obvio, mediante el cual nosmanda separarnos
ymantenernos separados delmalvado, a
fin de que él sea nuestro Dios y nosotros seamos
sus hijos e hijas.
Además: El nos exhorta por tanto salir de Babilonia
y del Egipto terrenal, para que no seamos
partícipes en su tormento y sufrimiento, que el Señor
traerá sobre ellos.
De todo lo cual debemos aprender que todo
aquello que no haya sido unido a Dios en Cristo no
puede ser otra cosa que una abominación cuyo
contacto hemos de evitar. Nos referimos con esto a
todas las obras e idolatría y reuniones papistas y
contrapapistas, a la asistencia a iglesias y casas de
alterne, a las fianzas y garantías de los infieles, y a
otras cosas por el estilo, cosas que el mundo tiene
en alta estima y que sin embargo son carnales o incluso
rotundamente contrarias almandamiento de
Dios, según el patrón de la iniquidad que hay en
este mundo. Hemos de separarnos de todas estas
cosas y no tener nada que ver con ellas, ya que no
son más que abominaciones que nos harían despreciables
delante de nuestro Cristo Jesús, quien
nos ha liberado de la servidumbre a la carne y
hecho aptos para servir a Dios y al Espíritu que él
nos ha dado.
Por lamisma lógica hemos de dejar de lado
también las armas diabólicas de la violencia, tales
como la espada y la armadura (y renunciar a su
empleo para protección de amigos y contra enemigos),
teniendo en cuenta la palabra de Cristo: «no
resistáis al que es malo».
V. Hemos sido conducidos a la siguiente
unidad sobre los pastores en la iglesia de
Dios: El pastor en la iglesia ha de ser una persona
acorde con la regla de Pablo, plena y completamente,
que goza de buena reputación con los que están
fuera de la fe. La función de tal persona será la de
leer y exhortar y enseñar, advertir, amonestar y excomulgar
en la congregación, y de presidir entre
los hermanos y las hermanas en la oración y en el
partimiento del pan, y en todas las cosas cuidar el
cuerpo de Cristo, para que sea edificado y se desarrolle,
a fin de que el nombre de Dios sea alabado
y honrado pormedio nuestro, y la boca del que se
burla sea cerrada.
Ha de sermantenido, según fuere su necesidad,
por la congregación que le haya elegido, para que
todo aquel que sirve el evangelio pueda asimismo
vivir de ello, tal y como el Señor lo ha ordenado.
Mas si el pastor hiciere algo digno de reprensión,
nada se hará con él si no es mediante la palabra de
dos o tres testigos. Si pecan serán reprendidos públicamente,
para que otros teman.
4 Antiguas confesiones de fe menonitas
Mas si el pastor tuviera que huir o fuera conducido
al Señormediante la cruz, en esamisma hora
otro será ordenado en su lugar, para que el pequeño
pueblo y la manada pequeña de Dios no sea
destruida, sino que sea conservada y consolada.
VI. Hemos sido unidos como sigue tocante
a la espada: La espada constituye un
ordenamiento de Dios fuera de la perfección de
Cristo. Castiga y mata a los malvados, y guarda y
protege a los buenos. En la ley, la espada fue establecida
sobre los malvados para castigo y para
muerte, y los gobernantes seculares son establecidos
para emplearla.
Mas en la perfección de Cristo sólo se emplea la
excomunión, para la amonestación y la exclusión
del que ha pecado, sin lamuerte de la carne sino
sencillamentemediante la advertencia y el mandamiento
de que deje de pecar.
Muchos, al no comprender la voluntad de Cristo
para nosotros, se preguntarán si un cristiano no
puede y debe hacer uso de la espada contra los
malvados para protección y defensa de los buenos,
o motivados por el amor.
La respuesta nos ha sido revelada por unanimidad:
Cristo enseña ymanda que aprendamos de
él, que es manso y humilde de corazón, y que así
hallaremos descanso para nuestras almas. Cristo
dice a lamujer hallada en adulterio, no que deba
ser apedreada según la ley del Padre (aunque dice:
«lo que el Padre me hamandado, eso he hecho»),
sino que con misericordia y perdón y una amonestación
de que no pequemás, dice: «Ve, y no peques
más». Es exactamente así como debemos proceder
nosotros también, según la regla de la excomunión.
En segundo lugar algunos preguntan respecto a
la espada si un cristiano debe dictar sentencia en
disputas y contiendas sobre asuntos terrenales, tales
como los incrédulos tienen entre sí. La respuesta:
Cristo no quiso decidir ni juzgar entre dos hermanos
respecto a su herencia, sino que se negó a
ello. Así también debemos proceder nosotros.
En tercer lugar suele preguntarse respecto a la
espada si un Cristiano debe servir comomagistrado
si resulta nombrado a tal cargo. La respuesta es
la siguiente: Quisieron poner a Cristo como rey,
pero el huyó y no vio en ello la voluntad de su Padre.
Nosotros debemos hacer como él hizo y seguirle
a él, y así evitaremos andar en las tinieblas.
Porque él mismo dijo: «Todo aquel que quiera venir
en pos de mí, niéguese a símismo y tome su
cruz y sígame». Además élmismo prohibe la violencia
de la espada cuando dice: «Los príncipes de
este mundo se enseñorean sobre ellos, etc., pero no
sea así entre vosotros». Además Pablo dice: «A los
que conoció de antemano, Dios los predestinó a ser
hechos conformes a la imagen de su Hijo, etc.» Pedro
también dice: «Cristo sufrió—no reinó —
dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas».
Por último, queda claro por los siguientes puntos
que no le corresponde al cristiano lamagistratura:
el gobierno de las autoridades es conforme a
la carne, mas el de los cristianos conforme al Espíritu.
Sus casas ymorada permanecen en esta tierra,
la de los cristianos les aguarda en el cielo. Su ciudadanía
está en este mundo, la de los cristianos está
en el cielo. Las armas de su contienda y guerra
son carnales y tan sólo eficaces contra la carne, mas
las armas de los cristianos son espirituales, eficaces
contra toda fortaleza del diablo. Losmundanos se
arman con acero y hierro, mas los cristianos se arman
con la armadura de Dios, con verdad, justicia,
paz, fe, salvación, y con la Palabra de Dios. En una
palabra: así como piensa Cristo nuestra Cabeza, así
también hemos de pensar losmiembros del cuerpo
de Cristo pormedio de él, para que no haya división
en su cuerpo, lo cual resultaría en su destrucción.
Entonces, puesto que Cristo es tal como se
escribe acerca de él, así también susmiembros han
de ser iguales, para que su cuerpo permanezca entero
y unido para su propio progreso y edificación.
Porque cualquier reino que esté dividido en sí
mismo, será destruido.
VII. Hemos sido unidos como sigue
respecto a prestar juramento: El juramento
es una confirmación entre los que están discutiendo
o haciéndose promesas. En la ley viene
mandado que se pronuncie en el nombre de Dios,
verazmente y no en falso. Cristo, que enseña la
perfección de la ley, prohibe todo juramento entre
sus seguidores, tanto si es veraz como si es falso; ni
por el cielo ni por la tierra, ni por Jerusalén ni por
la propia cabeza; y esto por el motivo que explica:
«Porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo
cabello». Por lo que se ve claramente que queda
prohibido prestar cualquier juramento. No podemos
ejecutar lo que se amenaza al jurar, puesto que
somos incapaces de cambiar lomás diminuto de
nuestra naturaleza.
Ahora bien, hay personas que no creen el sencillo
mandamiento de Dios y dicen: «Sin embargo
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Dios juró por sí mismo a Abrahán, porque él era
Dios (cuando le prometió que le haría bien y que
sería su Dios si guardaba susmandamientos). Entonces,
¿por qué no puedo jurar yo mismo si le
prometo a alguien alguna cosa?» La respuesta:
Oíd lo que dice la Escritura: «Dios, deseandomostrar
más plenamente a los herederos de la promesa
la inmutabilidad de su propósito, interpuso un
mandamiento, a fin de que por dos cosas inmutables
seamos grandemente consolados (porque es
imposible que Diosmienta)». Observad el sentido
del pasaje: Dios tiene poder para hacer lo que te
prohibe a ti, puesto que para él todo es posible.
Dios le juró solemnemente a Abraham, dice las Escritura,
a fin de dar fe de que su palabra es inmutable.
Eso quiere decir: nadie puede interponerse o
desbaratar su voluntad; demanera que él puede
cumplir su juramento. Pero nosotros, como dijo
Cristo, no podemos ejecutar o cumplir nuestro juramento
y por lo tanto no debemos jurar.
Otros dicen que el prestar juramento no puede
quedar prohibido por Dios en el Nuevo Testamento
cuando había quedado mandado en el Antiguo.
Según ellos, lo único que se prohibe es que se jure
por el cielo, la tierra, Jerusalén y nuestra cabeza.
Respuesta: oíd la Escritura. Todo aquel que jura
por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel
que en él se sienta. Observad: queda prohibido jurar
por el cielo, que tan sólo es el trono de Dios.
¿Cuántomás queda prohibido jurar por Diosmismo?
Ciegos necios, ¿qué es mayor? ¿El trono, o
aquel que en él se sienta?
Otros dicen, entonces si está mal emplear a Dios
para establecer la verdad, entonces los apóstoles
Pedro y Pablo también juraron. Respuesta: Pedro
y Pablo tan sólo dan testimonio de aquello que
Dios había prometido a Abrahán, cosas que años
más tarde nosotros hemos recibido. Pero cuando
uno testifica, testifica respecto a realidades presentes,
sean buenas o malas. Es así como Simeón
habló sobre Cristo a María y testificó: «He aquí, éste
ha sido puesto para derribar y levantar amuchos
en Israel y para ser señal de contradicción».
Cristo nos enseñó lomismo cuando dijo: «Sea
vuestro hablar Sí, Sí; y No, No; porque todo lo que
es más que esto procede delmaligno». Dice que
vuestro hablar o vuestra palabra ha de ser Sí y No,
para que nadie interpreta que él lo permitía. Cristo
es simplemente Sí y No, y todos los que le buscan
con sencillez, comprenderán su palabra. Amén.
Fragmento de la carta de presentación
Amados hermanos y hermanas en el Señor: Estos
son los artículos que algunos hermanos previamente
interpretaban mal, de unamanera que no
cuadraba con su significado verdadero. En ello
muchas conciencias débiles hallaron confusión, de
manera que el nombre de Dios ha sido severamente
insultado, por cualmotivo era necesario que fuéramos
guiados a un acuerdo en el Señor, lo cual ha
sucedido. ¡A Dios sea la alabanza y la gloria!
Amados hermanos, tened en mente lo que Pablo
advirtió a Tito. Dice: «La salvífica gracia de Dios
se ha manifestado a todos, y nos disciplina, a fin de
que neguemos la impiedad y los deseos mundanos,
y vivamos vidas sobrias, justas y piadosas en este
mundo; aguardando lamisma esperanza y la manifestación
de la gloria del gran Dios y de nuestro
Salvador Jesucristo, quien se dio a símismo por
nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo para posesión suya, celoso
de buenas obras».
Que el nombre de Dios sea siempre bendito y
en gran manera alabado, amén. Que el Señor os de
su paz. Amén.
Hecho en Schleitheim, el día de San Mateo, Año
MDXXVII.
6 Antiguas confesiones de fe menonitas
La confesión de fe de Dordrecht
Artículo 1. Tocante a Dios, el Creador de
todas las cosas
La Biblia declara que sin fe es imposible agradar
a Dios, Heb. 11.6, y que es necesario que el que
se acerca a Dios crea que existe y que es galardonador
de los que le buscan. En vista de lo cual
confesamos con la boca y creemos con el corazón,
junto con todos los píos, según las Sagradas Escrituras,
que hay un Dios eterno, todopoderoso e incomprensible,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que
no hay otro que haya existido antes de él ni existirá
después de él. Por él y en él son todas las cosas.
¡A él sea la bendición, alabanza y honor, por todos
los siglos! Gén. 17.1; Deut. 6.4; Is. 46.9; 1 Jn. 5.7.
Creemos en este único Dios que hace todas las
cosas en todos. Le confesamos como creador de
todas las cosas visibles, quien en seis días creó y
preparó los cielos y la tierra, y todas las cosas que
en ellos hay. Creemos también que Dios las gobierna
y preserva, junto con todas sus obras, por
su sabiduría, su fuerza y la palabra de su poder.
Gén. 5.1-2; Hch. 14.15; 1 Cor. 12.6; Heb. 1.3.
Cuando hubo terminado sus obras y ordenado
y preparado cada una de ellas para que funcionaran
según su propia naturaleza, creó Dios el primer
ser humano, Adán, padre de todos nosotros.
Le dio un cuerpo formado del polvo de la tierra,
sopló en su nariz el aliento de vida. Así llegó a ser
el ser humano un alma viviente, creado por Dios a
su imagen y semejanza en justicia y santidad verdaderas,
para vida eterna. Dios dio al ser humano
un lugar superior a todas las criaturas, le dotó de
muchos elevados y excelentes dones, y le puso en
el huerto del Edén, donde le dio un mandamiento
y una prohibición. Después tomó del costado de
Adán una costilla, de la cual hizo una mujer y la
dio a Adán, para que fuese una ayuda idónea para
él.
Por consiguiente Dios ha hecho que de este
primer ser humano, Adán, desciendan todos los
seres humanos que habitan la faz de la tierra.
Gén. 1.27; 2.15,17,22; 5.1; Hch. 17.26.
Artículo 2. La caída del ser humano
Creemos y confesamos que según enseñan las
Sagradas Escrituras, nuestros primeros padres,
Adán y Eva, no permanecieron mucho tiempo en
el estado feliz en que fueron creados. Por lo contrario,
siendo seducidos por el engaño y la sutilidad
de la serpiente y la envidia del diablo, violaron
elmandato de Dios y llegaron a ser desobedientes
a su creador. Por esta desobediencia el pecado
entró en elmundo, y por el pecado la muerte.
Así la muerte pasó a todos los seres humanos,
pues todos pecaron e incurrieron en la ira y condenación
de Dios. Por esa razón Dios los sacó del
Paraíso para cultivar la tierra ymantenerse por sí
mismos, en tristeza, y para comer su pan con el
sudor de su rostro hasta que volvieran a la tierra
de la cual fueron tomados. Eso hicieron ellos,
aunque por este único pecado apostataron y se
apartaron a sí mismos de Dios, demodo que no
pudieron ayudarse a sí mismos, ni ser ayudados
por ninguno de sus descendientes, ni por los ángeles,
ni por cualquier otra criatura en el cielo o en la
tierra. Tampoco hubieran podido ser redimidos o
reconciliados con Dios jamás, salvo que Dios (que
tuvomisericordia de ellos, sus criaturas) actuó a
favor suyo e hizo provisión para su restauración.
Gén. 3.6,23; Rom. 5.12-19; Sal. 47.8-9; Apoc. 5.3; Jn.
3.16.
Artículo 3. La restauración del ser
humano por la promesa de la venida de
Cristo
Respecto a la restauración de nuestros primeros
padres y sus descendientes, creemos y confesamos:
Que no obstante su caída, transgresión y
pecado, y aunque no tenían poder para ayudarse a
sí mismos, sin embargo no fue la voluntad de Dios
que fuesen echados fuera ni que se perdieran eternamente.
Por estemotivo les llamó y les consoló,
mostrándoles que había aún un camino para su
reconciliación, a saber, el inmaculado Cordero, el
Hijo de Dios, predestinado para este fin desde antes
de la fundación delmundo. Dios les hizo esta
promesa a ellos y a todos sus descendientes cuando
ellos (los primeros padres) estaban aún en el
Traducción de Ernesto Suárez Vilela, en J. C. Wenger, Compendio de historia y doctrinas menonitas (Buenos Aires:
La Aurora, 1960), pp. 239-252. Texto levemente modernizado para una lectura más sencilla: D. Byler, 1995
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Paraíso, para su consolación, redención y salvación
(e incluso les fue dado desde entonces por fe,
como posesión propia). Todos los antiguos píos a
quienes esta promesa fue renovada la deseaban y
buscaban, contemplándola por la fe desde la distancia
y esperando su cumplimiento, creyendo
que él (el Hijo de Dios) en su venida redimiría y
libraría la raza caída, de sus pecados, culpa e injusticia.
Jn. 1.29; 11.27; 1 Ped. 1.18-19; Gén. 3.15; 1
Jn. 2.1-2; 3.8; Gál. 4.4-5.
Artículo 4. El advenimiento de Cristo a
este mundo y la razón de su venida
Confesamos y creemos también que cuando
llegó la plenitud del tiempo que los padres antiguos
tan ardientemente anhelaron y tan ansiosamente
esperaban, vino almundo elMesías, Redentor
y Salvador prometido de antemano (procedente
de Dios ymandado por él, según la predicación
de los profetas y los testimonios de los
evangelistas). Vino al mundo en forma humana,
de manera que la Palabramisma vino a ser carne y
humanidad. Creemos que fue concebido por el
Espíritu Santo, nacido de la Virgen María (quien
estaba desposada con un hombre llamado José, de
la casa de David) y que ella le dio a luz como su
hijo primogénito en Belén, y le envolvió en pañales
y le acostó en un pesebre. Jn. 4.25;16.28; 1 Tim.
3.16; Mat. 1.21; Jn. 1.14; Luc. 2.7.
Además de esto creemos y confesamos: Que él
es el mismísimo Señor, cuyo origen es desde el
principio, desde los días de la eternidad, quien no
tiene principio de días ni fin de vida, de quien se
testifica que es el alfa y la omega, principio y fin,
el primero y el último. Que él, y ningún otro, es el
que fue elegido, prometido ymandado. Que vino
al mundo y que es el unigénito Hijo de Dios, el
primero y propio Hijo, quien fue antes de Juan el
Bautista, antes de Abraham, antes del mundo;
quien fue Señor de David y quien es Dios de toda
la tierra, el primogénito de toda criatura; quien fue
mandado almundo y quien élmismo ofreció su
cuerpo como una ofrenda y sacrificio a Dios en
olor suave; y todo esto para la consolación, redención
y salvación de toda la raza humana. Miqueas
5.2; Heb. 7.3; Apoc. 1.8; Jn. 3.16; Rom. 8.32; Col.
1.15; Ef. 5.2; Heb. 10.5.
Pero cómo o en qué manera este digno cuerpo
fue preparado, o cómo la palabra vino a hacerse
carne y al mismo tiempo hombre, no sabemos.
Nos contentamos con la declaración que los evangelistas
fieles de Dios han dado y dejado en sus
descripciones de esto. Confesamos que él es el
Hijo del Dios viviente, en quien existe toda nuestra
esperanza, consuelo, redención y salvación, lo
cual no hemos de buscar en ningún otro. Luc.
1.31-35; Jn. 20.30-31.
También creemos y confesamos por la autoridad
de la Escritura, que cuando terminó su carrera
y obra para las cuales fue enviado almundo, fue
entregado en manos de los injustos (por la providencia
de Dios). Que sufrió bajo el gobierno de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto, sepultado y
que resucitó de la muerte al tercer día. Que ascendió
al cielo, donde ahora está sentado a la diestra
de Dios, de donde vendrá otra vez para juzgar
a los vivos y a losmuertos. Luc. 23.1,53;24.5-6,51;
Mar. 16.19; Hch. 10.42.
Así que creemos que el Hijo de Dios murió,
gustó lamuerte por todos, derramó su preciosa
sangre y así hirió la cabeza de la serpiente. Destruyó
así las obras del diablo, aboliendo el acta del
decreto contra nosotros, y logró la redención para
toda la raza humana. Así llegó a ser él la fuente
de salvación eterna para todos los que desde el
tiempo de Adán hasta el fin delmundo crean en él
y le obedezcan. Heb. 2.9; Gén. 3.15; 1 Jn. 3.8; Col.
2.14; Rom. 5.18.
Artículo 5. La ley de Cristo, a saber, el
Santo Evangelio o el Nuevo Testamento
Creemos también y confesamos que Cristo, antes
de su ascensión, estableció e instituyó su nuevo
testamento y lo dejó a sus seguidores, para que
fuera y quedara así, un pacto para siempre. Que
Cristo confirmó y selló este pacto con su propia
sangre y lo ha encomendado tan altamente a sus
seguidores, que ni a los hombres ni a los ángeles
es permitido cambiarlo, quitar o añadir a él. Mat.
26.28; Gál. 1.8; 1 Tim. 6.3; Apoc. 22.18-19; Mat.
5.18; Luc. 21.33.
También hizo que este pacto (que incluye todo
el consejo y la voluntad de Dios, todo cuanto es
necesario para la salvación) fuera proclamado en
su nombre por sus amados apóstoles a todas las
naciones, pueblos y lenguas. Dichos apóstoles,
(mensajeros y siervos a quienes eligió y mandó al
mundo con este propósito) predicaron el arrepentimiento
y la remisión de pecados conforme él
dispuso que se declarase en dicho pacto: Que to8
Antiguas confesiones de fe menonitas
dos los hombres sin distinción serán sus hijos y
herederos legítimos, si son obedientes y por la fe
siguen, cumplen y viven según las enseñanzas del
nuevo pacto. Así Cristo no excluye a ninguno de
la preciosa herencia de eterna salvación, excepto a
los incrédulos, desobedientes e infieles, que la
desprecian. Los tales, por sus propias acciones incurren
en culpa. Al rehusar la salvación semanifiestan
a símismos indignos de la vida eterna.
Mar. 16.15; Luc. 24.46-47; Rom. 8.17; Hch. 13.46.
Artículo 6. Arrepentimiento y enmienda
de vida
Creemos y confesamos que la intención del corazón
del ser humano esmala desde su juventud
y, por consecuencia, inclinada a toda injusticia,
pecado ymaldad. Que por ende, la primera doctrina
del precioso nuevo testamento del Hijo de
Dios es el arrepentimiento y enmienda de vida.
Gén. 8.21; Mar. 1.15. Por lo tanto, los que tienen
oídos para oir y corazones para entender deben
producir fruto digno del arrepentimiento. Deben
enmendar sus vidas, creer el evangelio, apartarse
del mal y hacer el bien. Deben también desistir
del mal y dejar de pecar. Deben despojarse del
viejo hombre con sus obras y revestirse del nuevo,
creado conforme a Dios en justicia y santidad no
fingidas.
Porque ni el bautismo ni el sacramento o comunión
en la Iglesia, ni ninguna otra ceremonia
externa, puede sin fe o sin el nuevo nacimiento
ayudar o calificarnos para que podamos agradar a
Dios o recibir ninguna consolación de él. Luc. 3.8;
Ef. 4.22,24; Col. 3.9-10.
Todo lo contrario, hemos de ponernos delante
de Dios en plena certidumbre de fe, y creer en Jesucristo,
como hablan y testifican las Sagradas Escrituras.
Por esta fe obtenemos el perdón de nuestros
pecados, llegando a ser santificados, justificados,
e hijos de Dios. Por esta fe llegamos a ser participantes
de sumente, naturaleza e imagen, al nacer
de nuevo de Dios, de simiente incorruptible de
lo alto. Heb. 10.21-22; Jn. 7.38; 2 Ped. 1.4.
Artículo 7. El santo bautismo
Tocante al bautismo, confesamos que todos los
creyentes penitentes deben de ser bautizados con
agua en el siempre adorable nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Los tales han llegado a
estar unidos a Dios por la fe, el nuevo nacimiento
y la renovación del Espíritu Santo, y sus nombres
están escritos en el cielo. Tal bautismo constituye
la confesión bíblica de su fe y renuevo de vida, según
elmandamiento y doctrina de Cristo, siguiendo
el ejemplo y la costumbre de los apóstoles.
Mediante elmismo son sepultados de sus pecados
y así vienen a incorporarse a la confraternidad
de los Santos. Después tienen que aprender a
observar todas las cosas que el Hijo de Dios enseñó,
cosas que dejó escritas en la Biblia y ordenó
hacer a sus seguidores. Mat. 3.15;28.19-20; Mar.
16.15-16; Hch. 2.38; 8.12,38;9.18;10.47;16.13; Rom.
6.3-4; Col. 2.12.
Artículo 8. La Iglesia de Cristo
Creemos y confesamos que hay una Iglesia de
Dios, visible. Como ya hemos dicho, esta Iglesia
está compuesta de aquellos que han manifestado
un verdadero arrepentimiento, han creído correctamente
y han sido debidamente bautizados,
uniéndose así a Dios en el cielo e incorporándose a
la confraternidad de los Santos en la tierra. 1 Cor.
12.13. Los tales representan el linaje escogido, real
sacerdocio y pueblo santo, y tienen el testimonio
de que son la esposa de Cristo y también hijos y
herederos de la vida eterna. Son asimismomorada
de Dios por el Espíritu Santo, edificados sobre
el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo
la piedra de ángulo Jesucristomismo.
Sobre este fundamento está edificada su Iglesia.
Jn. 3.29; Mat. 16.18; Ef. 2.19-21; Tit. 3.7; 1 Ped.
1.18-19;2.9.
Según su propia promesa, Cristo será consuelo
y protección de su Iglesia aún hasta el fin del
mundo. El morará y caminará con ella, y la preservará
para que ni vientos ni inundaciones ni las
mismísimas puertas del infierno prevalezcan contra
ella. Esta Iglesia del Dios viviente, la cual
Cristo ha comprado y redimido por su preciosa
sangre, ha de ser conocida por su fe evangélica,
doctrina, amor y conversación piadosa; también
por su pura conducta y práctica y por su observancia
de las verdaderas ordenanzas de Cristo,
que él ha encargado solemnemente a sus seguidores.
Mat. 7.25;16.18;28.20; 2 Cor. 6.16.
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Artículo 9. Elección y funciones de los
maestros, diáconos y diaconisas en la
Iglesia
Respecto a los ministerios y a la elección de
personas para desempeñarlos en la Iglesia, creemos
y confesamos: Que puesto que la Iglesia no
puede existir, ni prosperar, ni continuar en su estructura
sin directivos ni reglas el Señor mismo,
como un padre en su casa, designó y prescribió
sus ministerios y ordenanzas y ha dadomandamiento
tocante a los ministerios, acerca de cómo
andar en ellos considerando cada cual su propia
obra y vocación para hacerlo todo como corresponde.
Ef. 4.11-12.
Cristo mismo, como el fiel y gran Pastor y
Obispo de nuestras almas, fue mandado almundo
no para herir, quebrantar o destruir las almas de
los hombres, sino para curarlas. El buscó lo que se
había perdido y derribó las paredes divisorias, para
hacer uno demuchos. Formó así, de los judíos
y paganos de todas las naciones, una Iglesia. En
ello entregó su propia vida, procurándoles la salvación,
haciéndoles libres y redimiéndoles en su
propio nombre (cuya bendición ningún otro nombre
podía otorgarles ni valerles en obtener). 1 Ped.
2.25; Mat. 18.11; Ef. 2.13-14; Jn. 10.9,11,15.
Además de todo esto, antes de su ascensión,
proveyó a su Iglesia de fieles ministros: apóstoles,
evangelistas, pastores ymaestros. Estas son personas
que él escogió para la oración y suplicación
por el Espíritu Santo, para que ellos gobernaran,
alimentaran y vigilaran su grey, asumiendo el
cuidado de la misma. Igualmente les mandó que
actuaran en todas las cosas conforme al ejemplo
que élmismo les había dejado. Estos también
habían de enseñar a la Iglesia a observar todas las
cosas que él había mandado. Ef. 4.11; Luc. 6.12-
13;10.1; Mat. 28.20.
Asimismo ordenó que los apóstoles habrían de
ser fieles seguidores de Cristo y guiadores de la
Iglesia, mostrándose diligentes en estomismo, o
sea en escoger hermanos pormedio de la oración
y suplicación a Dios, proveyendo a todas las Iglesias
en los pueblos y distritos alrededor de obispos,
pastores y guiadores. Mandó asimismo ordenar
para estosministerios a hombres que tuvieran
cuidado de sí mismos y de la doctrina, así como
del rebaño. Estos habrían de ser ortodoxos en
la fe y piadosos en sus vidas y conversación.
Habrían de gozar de una buena reputación y conducta
tanto dentro como fuera de la Iglesia, para
que sirvieran de ejemplo en toda compostura y
buenas obras, y habrían de administrar dignamente
las ordenanzas del bautismo y los sacramentos
del Señor. Ordenó asimismo que estos hermanos
ordenados por los apóstoles, nombraran y ordenaran
a su vez en todo lugar donde hubiere necesidad,
hombres fieles como jefes o ancianos, quienes
a su vez fueran capaces de enseñar a otros. Los
tales habrían de ser confirmados en el nombre del
Señor por la imposición de lasmanos, luego de lo
cual dichos jefes o ancianos habrían de atender a
todas las cosas que la Iglesia necesitara; para que
ellos, como los siervos fieles de la parábola, pudieran
emplear bien el dinero de su Señor, y de este
modo salvarse a sí mismos y a los que les oyen. 1
Tim. 3.1;4.14-16; Hch. 1.23-24; Tit. 1.5; Luc. 19.13.
Cristo también ordenó que deben ellos tomar
mucho cuidado (particularmente en cada uno de
los lugares donde están puestos como superintendentes
o pastores) a fin de que todos los distritos
estén bien provistos de diáconos, quienes deberían
tener el cuidado de los pobres y recibir las ofrendas
para repartirlas fielmente entre los santos pobres
que tengan necesidad, y esto en toda honestidad.
Hch. 6.3-6.
También que sean elegidas hermanas honorables
como diaconisas, cuyos deberes serán ayudar
a los diáconos a confortar y cuidar a los pobres, a
los débiles, afligidos ymenesterosos, y cuidar de
las viudas y huérfanos. Además de eso, deben
contribuir al cuidado de los asuntos de la Iglesia
que propiamente caen en su esfera de acción, conforme
a su juicio y habilidad. 1 Tim. 5.9-10; Rom.
16.1-2.
Además, tocante a sus deberes, los diáconos
(particularmente si son personas idóneas para enseñar,
y elegidos y ordenados por la Iglesia), pueden
asistir a los pastores y obispos en exhortar a la
Iglesia. Así pueden ayudar en palabra y doctrina,
para que cada uno en amor sirva el uno al otro con
el talento que ha recibido del Señor, para que por
medio del servicio común y ayuda de cadamiembro
según su habilidad, el cuerpo de Cristo sea
edificado y la viña e Iglesia del Señor sean preservadas
en crecimiento y estructura. 2 Tim. 2.2.
Artículo 10. La Santa Cena o Comunión
Creemos y observamos también el partimiento
de pan o sea la Santa Cena que el Señor instituyó
con el pan y la copa antes de que sufriera, y que
10 Antiguas confesiones de fe menonitas
observó élmismo con sus apóstoles, recomendando
que fuera observada por los creyentes en conmemoración
de los sufrimientos y la muerte del
Señor (es decir el partimiento de su digno cuerpo
y el derramamiento de su preciosa sangre) para la
raza humana entera. El propósito de este sacramento
es hacernos recordar el beneficio de los sufrimientos
y la muerte de Cristo, a saber, la redención
y eterna salvación (la cual compró élmediante
sumuerte), y el gran amormostrado al hombre
pecador. Por lo cual se nos exhorta amar los unos
a los otros, cada cual a su prójimo, y perdonar y
absolverlos así como Cristo ha hecho por nosotros.
También hemos de procurar mantener y guardar
vivas la unión y comunión que tenemos con Dios
y los unos con los otros, lo cual representa el partimiento
del pan. Mat. 26.26; Mar. 14.22; Luc.
22.19; Hch. 2.42,46; 1 Cor. 10.16;11.23-26.
Artículo 11. El Lavamiento de los pies
Confesamos también el literal lavamiento de
los pies de los Santos. El Señor Jesús no solamente
lo instituyó y enseñó, sino que él mismo lavó los
pies de sus apóstoles, aunque era él su Señor y
Maestro. Al hacer esto les dio ejemplo de que
ellos también deberían lavar los pies los unos de
los otros, haciendo el uno con el otro lo que él
había hecho con ellos. Los apóstoles después enseñaron
a los creyentes a observar literalmente esta
enseñanza bíblica. Todo lo cual es una señal de
humildad verdadera, y más particularmente sirve
para hacernos recordar el lavamiento de la purificación
del alma en la sangre de Cristo. Jn. 13.4-17;
1 Tim. 5.10.
Artículo 12. El matrimonio
Confesamos que hay en la Iglesia de Dios y entre
los creyentes de sexos distintos, un estado de
matrimonio honorable tal como Dios lo instituyó
en el paraíso entre Adán y Eva (y tal como el Señor
Jesús lo reformó quitando todos los abusos en
que se hallaba sumido, restaurándolo así a su
primera condición). Gén. 1.27; 2.18,22,24.
De estamanera el apóstol Pablo también enseñó
y permitió el matrimonio en la Iglesia, dejando
a elección de cada uno el entrar en él con cualquier
persona, con tal que lo hiciera en el Señor. En
nuestra opinión, las palabras «en el Señor» han de
entenderse con referencia al orden primitivo,
cuando los patriarcas tenían que casarse entre su
propia parentela o generación. Conforme a lo
cual, bajo la dispensación del Nuevo Testamento
no les está permitida ninguna otra libertad a los
creyentes que la de casarse entre la generación escogida,
o sea la parentela espiritual de Cristo, a
saber, con tales personas que ya están (y antes de
su matrimonio estaban) unidas a la Iglesia evangélica
en corazón y alma, habiendo recibido el mismo
bautismo y perteneciendo a lamisma Iglesia;
personas que son de lamisma fe y doctrina, y que
tienen ideas iguales tocante a cuestiones de religión.
1 Cor. 7;9.5; Gén. 24.4;28.6; Núm. 36.6-9.
Tales personas, como ya hemos dicho, se hallan
entonces unidas por Dios y la Iglesia en equivalencia
con el orden primitivo, y a esto se lo llama
«matrimonio en el Señor». 1 Cor. 7.39.
Artículo 13. La autoridad de gobierno
Creemos y confesamos que Dios ha instituido
la autoridad civil para castigo de los malos y protección
de los píos. También para gobernar el
mundo, a países y ciudades, y para preservar a sus
súbditos en buen orden y bajo buenas leyes. Por
lo tanto no se nos permite despreciar, blasfemar ni
resistir a la autoridad. Todo lo contrario, hemos
de reconocerla como servidora de Dios, y estar sujetos
a ella y obedecerla en todo lo que no milita
contra la ley, voluntad omandamiento de Dios.
Hemos de estar dispuestos a toda buena obra.
También hemos de abonarle fielmente los derechos,
impuestos y contribuciones exigidas, dándole
así lo que es debido y justo. Esto enseñó, hizo y
ordenó Jesús que hicieran sus seguidores. Creemos
también que hemos de orar seriamente por
las autoridades y su bienestar, y en pro de nuestro
país, para que podamos vivir bajo su protección,
mantenernos a nosotros mismos, y vivir quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad.
Y además, que el Señor recompensará a nuestros
gobernantes aquí y en la eternidad por todos
sus beneficios, libertades y favores que gozamos
bajo su administración laudable. Rom. 13.1-7; Tit.
3.1-3; 1 Ped. 2.17; Mat. 17.27;22.21; 1 Tim. 2.2.
Artículo 14. Defensa mediante la violencia
Respecto a la venganza (por la que resistimos a
nuestros enemigos con la espada), creemos y confesamos
que el Señor Jesús ha prohibido a sus discípulos
y seguidores toda venganza y resistencia,
www.menonitas.org 11
y ha ordenado que no devuelvan mal por mal, ni
maldición pormaldición, y que guarden la espada
en su vaina. O sea que como predicaron los profetas,
«forjarán sus espadas en rejas de arado y sus
lanzas en podaderas; no alzará espada nación contra
nación, ni se adiestrarán más para la guerra».
Mat. 5.39,44; Rom. 12.14; Miq. 4.3.
Vemos que según el ejemplo, la vida y la doctrina
de Cristo, no hemos de hacer mal o causar
ofensa o molestia a nadie, sino buscar el bienestar
y la salvación de todos los hombres. En todo caso,
si la necesidad lo requiere, que huyamos de una
ciudad o país a otro por el amor del Señor, y suframos
la pérdida de nuestros bienes, antes que
dar ocasión de ofensa a alguno. Y si nos hirieran
en lamejilla derecha, que volvamos también la
otra antes que vengarnos nosotrosmismos o devolver
golpe por golpe. Mat. 5.39;10.23; Rom.
12.19.
Además de todo esto hemos de orar por nuestros
enemigos, confortando y alimentándolos
cuando tengan hambre o sed. De estamanera les
convencemos, y venceremos con el bien elmal.
Rom. 12.20-21.
Por último, que hemos de hacer el bien siempre,
encomendándonos a nosotrosmismos a toda
conciencia humana delante de Dios, y según la ley
de Cristo, no hacer nada a otros que no queramos
que nos hagan ellos a nosotros. 2 Cor. 4.2; Mat.
7.12; Luc. 6.31.
Artículo 15. El prestar juramento
Tocante a prestar juramentos, creemos y confesamos
que el Señor Jesús ha ordenado a sus seguidores
que no juren en ningunamanera, sino
que su «sí» sea «sí» y su «no» sea «no». De esto
entendemos que está prohibida toda clase de juramentos,
y en vez de ello hemos de confirmar todas
nuestras promesas, contratos, declaraciones y
testimonios en todos los asuntos con un «sí» que
sea «sí» y un «no» que sea «no». Y que hemos de
actuar y cumplir siempre en todas las cosas y con
todas las personas, con cada promesa y obligación
que afirmamos, tan fiel y honradamente como si lo
hubiéramos confirmado con el más solemne juramento.
Y si hacemos esto, confiamos que nadie, ni
aún el gobiernomismo, tendrá justa razón de exigir
más de nosotros. Mat. 5.34-37; Sant. 5.12; 2 Cor.
1.17.
Artículo 16. Excomunión de la Iglesia
También confesamos y creemos en una excomunión,
una separación o castigo espiritual de la
Iglesia, para enmienda y no para la destrucción de
los transgresores, para que lo que es puro sea separado
de lo que es impuro. Es decir, si una persona
ha recibido la luz y el conocimiento de la
verdad, y ha sido recibida en plena comunión de
los santos; si después, a propósito o por vanagloria
peca contra Dios o comete algún otro «pecado
de muerte», y de estemodo cae en las estériles
obras de las tinieblas; entones tal persona llega a
estar separada de Dios y está excluida de su reino.
Cuando las obras malas de dicha persona vienen a
sermanifiestas y suficientemente sabidas de la
Iglesia, no puede permanecer en «la congregación
de los justos». Como miembro ofensor y pecador
abierto, debe ser suspendido de la plena comunión
por seismeses. Después de este tiempo, si no
se arrepintiere de su mal camino, será expulsado
de la Iglesia.
«Repréndele delante de todos» y «Limpiad la
vieja levadura». Así quedará tal persona hasta
que haga enmienda y muestre que está arrepentida
y que desea entrar otra vez en la Iglesia. Tal
expulsión obra como ejemplo y amonestación a
otros, también para que la Iglesia se guarde pura
de talesmanchas e infamias. De lo contrario el
nombre del Señor sería blasfemado, la Iglesia deshonrada,
y se echaría un tropezadero en el camino
de los de afuera. El propósito es que el transgresor
pueda convencerse del error de su camino y
llegar al arrepentimiento y a la enmienda de su
vida. Is. 59.2; 1 Cor. 5.5-6,12; 1 Tim. 5.20; 2 Cor.
13.10.
Respecto a la amonestación fraternal, como
también a la instrucción de los que yerran, hemos
de vigilar con diligencia y exhortarlos en toda
mansedumbre, para que ellos en toda humildad
enmienden sus caminos. Sant. 5.19-20. Y en caso
de que algunos siguieran obstinados e infieles,
hemos de reprobarlos como el caso lo requiera. En
fin, la Iglesia tiene que quitar de en medio de sí a
todos los malos, ya fuere en doctrina o en vida.
Rom. 16.17; 1 Cor. 5.11-13; 2 Tes. 3.14; Tit. 3.10.
12 Antiguas confesiones de fe menonitas
Artículo 17. Deberes para con los expulsados
Creemos quemuchamoderación cristiana debe
usarse al reprender a los expulsados, para que esto
no conduzca a su ruina sino que sea para su enmienda.
Según la doctrina y práctica de Cristo y
sus apóstoles, si tales personas tienen sed o andan
desnudas, enfermas o agobiadas por alguna aflicción,
estamos obligados a darles socorro o ayuda,
asistiéndolas como exija la necesidad. Lo contrario,
desampararles, puede conducirmás bien a su
ruina que a su enmienda. 1 Tes. 5.14.
Por tanto, no debemos tratar a tales ofensores
como a enemigos, sino exhortarlos como a hermanos
para así traerlos al conocimiento de sus pecados
y al arrepentimiento, para que así puedan reconciliarse
con Dios y con la Iglesia y ser recibidos
y admitidos en la misma. Así se ejerce el amor
hacia ellos, como corresponde. 2 Tes. 3.15.
Artículo 18. La resurrección y el juicio
Tocante a la resurrección de los muertos, confesamos
con la boca y creemos con el corazón que
según las Escrituras en el día del juicio todos los
hombres que hayan muerto o dormido, habrán de
ser levantados y hechos vivos por el incomprensible
poder de Dios. Y que estos, junto con los que
entonces queden vivos y que habrán sido transformados
en un momento, en un abrir y cerrar de
ojo, a la trompeta final, aparecerán ante el tribunal
de Cristo, donde los buenos serán separados de
los malos. Entonces cada uno recibirá según lo
que hubiere hecho por medio del cuerpo, sea bueno
o malo. Y creemos que los buenos y píos, como
benditos de Dios, serán recibidos por Cristo en vida
eterna. Allí recibirán aquel gozo que ojo no
vio, ni oído oyó, ni ha subido al corazón del hombre,
y allí reinarán y triunfarán con Cristo para
siempre jamás. Mat. 22.30,32;25.31; Dan. 12.2; Job
19.25-26; Jn. 5.28-29; 1 Cor. 2.9.
Y creemos que, por lo contrario, losmalos o
impíos serán echados afuera a las tinieblas, en los
tormentos eternos. Allí el gusano de ellos no
muere y el fuego nunca se apaga. Y allí, según las
Sagradas Escrituras, no habrá esperanza de ser
confortados o redimidos por toda la eternidad. Is.
66.24; Mat. 25.46; Apoc. 14.11.
¡Que el Señor por su gracia nos haga aptos y
dignos para que tal calamidad no caiga sobre nosotros;
y que seamos diligentes, mirando por nosotrosmismos
y por todo el rebaño; y que nos encontremos
en él en paz, sin mancha ni culpa alguna!
Amén.
Nota final
Estos son los principales artículos de nuestra fe
cristiana en general que enseñamos en todas partes
en nuestras congregaciones y familias, los cuales
profesamos vivir. Estos artículos, según nuestras
convicciones, contienen la única fe verdadera,
la cual los apóstoles en su tiempo creyeron y enseñaron,
y de la que testificaron por sus vidas, confirmándola
por su muerte. Es en esta fe que nosotros,
con gozo a pesar de nuestra debilidad, también
nos mantenemos, vivimos y morimos; para
que al fin, juntamente con los apóstoles y todos los
píos, obtengamos la salvación de nuestras almas
por la gracia de Dios.
Estos fueron los Artículos de Fe adoptados por
nuestras iglesias unidas en la ciudad de Dordrecht,
en Holanda, el 21 de abril del año de Nuestro
Señor 1632, y firmados por nuestrosministros
y diáconos.