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Bienaventurados Los Indignados
07.03.2012 16:40¡Bienaventurados los indignados:
¡a veces no enojarse es pecado!
Hace unas semanas recibí un correo que capta una actitud típica de muchas iglesias:
Hermano, nosotros en México tendremos elecciones, queremos un cambio, pero muchos cristianos no entienden esto. La iglesia institucional no participa en las cuestiones sociales. ¿Oponerse a que las cosas sigan igual, es oponerse a Dios? Nos dicen que Dios es el que pone las autoridades y hay que dejarlo así. ¿Como entender esto?
La consigna parece ser: "Bienaventurados los conformes y sumisos, porque ellos no tendrán problemas". En muchas iglesias priva la cultura de la sumisión ciega, sin permitir el necesario discernimiento crítico. Es la cultura del "Amén automático", irreflexivo y acrítico. A menudo el decir Amen es algo así como roncar, porque ambos se hacen estando dormidos, sin pensar. Por eso a veces alguien puede soltar su "Amén" antes de que el predicador o la predicadora haya terminado la oración o expresado su idea. No importa lo que haya dicho, diré Amén, y cuánto más fuerte, mejor.[1]
Comentemos primero la pregunta específica: ¿Pone Dios a los gobernantes y es pecado oponerse a ellos? Pues, ¡jamás de los jamases! Dios por su providencia y gracia ha establecido el orden en la sociedad y ha puesto al gobierno para castigar a los injustos y defender a los justos (Rom 13:3-4), pero cuando un gobierno hace lo contrario, cuando protege a los injustos y persigue a los justos, como hacía el imperio romano en tiempos de Juan de Patmos, ese gobierno no lo puso Dios sino el diablo (Ap 13:2-4). En Israel, la tarea mayor de los profetas fue la de criticar al gobierno. De Micaías, un profeta ejemplar, el rey Acab se queja que "me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno" (1R 22:8). A eso respondió Micaías, "Vive Yahvéh, que lo que Yahvéh me hablare, eso diré" (22:14), por mucho que eso ofenda al rey.
A menudo se manipulan algunos textos para evitar la responsabilidad. Recuerdo que en Nicaragua, bajo la dictadura somocista, los amigos del dictador apelaban a Romanos 13 para afirmar que Dios puso a Somoza y hay que obedecerlo. Pero qué curioso, con el triunfo Sandinista ellos se olvidaron de ese texto y su versículo favorito ya era Hechos 5:29: "Es necesario obedecer a Dios [que puso a Somoza] y no a los hombres [el nuevo gobierno]". ¿Cómo explicar que Dios puso a Somoza pero no a los Sandinistas? Era una manipulación obvia de la fe y de la Biblia.
Históricamente, la religión ha sido una espada de dos filos. Muchas veces, y con demasiada frecuencia, ha sido una instancia legitimadora del sistema. A eso corresponden los profetas del palacio, que siempre dicen lo que quiere el rey. Pero la religión puede ser también liberadora, como muchas veces en la historia. En esa ambivalencia, la religión suele ser opio, como bien observó Marx, pero puede ser también una poderosa levadura de procesos históricos de liberación y transformación. Si Marx hubiera conocido a Camilo Torres, Oscar Arnulfo Romero, Dietrich Bonhoeffer y Martin Luther King, hubiera reformulado su frase: "La religión suele ser opio, pero también puede ser una poderosa levadura de cambio".
Una peligrosa arma de la religión legitimadora consiste en entender el amor como pasividad. Entendido bíblicamente, el amor no es principalmente un sentimiento sino un compromiso radical con el bien del otro y de todos (cf. Prv 25:21), lo que Camilo Torres llamaba "amor eficaz". Por eso Cristo nos ordena amar a nuestros enemigos, aunque nos caigan insoportablemente mal. Significa desear el mayor bien de ellos y responder a ellos en la forma que mejor corresponde para su mayor bien.[2]
Esto lo ejemplificó Jesús en toda su vida. Sin duda él amaba a los fariseos y saduceos, pero no fue "amable" (en el sentido moderno burgués) con ellos. De hecho, los insultaba una y otra vez. Según el cuarto evangelio dijo a los judíos, "Ustedes son hijos de su padre el diablo" (Jn 8:31,44) y que eran "generación de víboras" (¿una manera de mentarles la madre?). Al rey Herodes le llamó "aquella zorra" (Lc 13:32). Y a los escribas y fariseos, ¡con cuántos insultos no los agredía! En un solo discurso mateano (Mat 23; cf. 6:1-3), Jesús los tilda de vanidosos y pretenciosos, hipócritas (repetido siete veces, para mayor énfasis), devoradores de casas de viudas, insensatos, necios, guías ciegos, sepulcros blanqueados, serpientes y generación de víboras. Aun a su discípulo Pedro Cristo lo llamó "Satanás" (Mt 16:23; Mr 8:33; o agente de Satanás, que también era insulto).
¡Jesús fue (y es) el primero de los indignados! Me parece que debemos seguir su ejemplo hoy. Jesús mismos nos llama a unirnos solidariamente con los indignados de nuestro siglo. Lejos de ser un modelo de tranquilo conformismo, Jesús nos da un ejemplo de la más radical criticidad, incluso contra las autoridades religiosas y políticas de su nación.
Podemos notar aquí también que el Jesús de los evangelios se enojaba ante la injusticia, la falsedad y el pecado. Nunca se enojó por interés propio, por lo que le afectaba en lo personal; ante el juicio totalmente injusto con que lo condenaron, no abrió su boca. Pero cuando sanó a un enfermo y los fariseos, indiferentes al sufrimiento humano, se dedicaban a ponerle trampas legalistas, vemos a Jesús "mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones" (Mr 3:5). Y a los mismos discípulos, cuando impedían a los niños venir a él, "se indignó" (Gr aganaktew, enojarse). A veces el pecado no consiste en enojarse sino precisamente en lo contrario, en no enojarse. Un Jesús incapaz de enojarse ante la injusticia no sería nada convincente, ni sería Hijo de Dios.
Hay una paradoja muy significativa en las relaciones humanas de Jesús. Se pronunció a favor de los pobres ("Bienaventurados ustedes los pobres") pero era hostil contra los ricos ("Ay de ustedes ricos", Lc 6:20,24; cf. Mt 19:23-26; Mr 12:41; Lc 16:19; 18:23; 19:8-9).[3] Para "los de abajo" (publicanos, adúlteras, rameras, pobres) Jesús tenía sólo palabras compasivas, de comprensión y perdón, mientras a "los de arriba" (ricos, fariseos, sacerdotes, escribas), cuesta mucho encontrar palabras que no sean severas y, reconozcámoslo, a menudo insultantes. Ni al gran maestro Nicodemo le mostró deferencia alguna. Una paradoja similar marca la figura de Jesús como Príncipe de Paz, pero que no había venido a traer paz a la tierra sino espada (Mt 10:34):
Tomás Münzer, el reformador anabautista del siglo XVI, denunciaba "la bondad ficticia" de un Cristo dulce, desconociendo al Cristo amargo de los evangelios. El Cristo dulce es el Cristo de la gracia barata, domesticado y aburguesado, un Cristo simpático y complaciente. Esa dulzura sacarina y anodina, inocua e inofensiva, es más bien una negación total del Cristo de los evangelios.
Los profetas también pertenecían al grupo de los indignados y hablaban sin pelos en la lengua. Amós, llamó a las mujeres ricas de Samaria "vacas de Basán". El término favorito de Ezequiel para los ídolos era "excremento" (GiLûLîM, 38 veces entre 6:4 y 44:12 con el sentido de "ese excremento que adoran ustedes"), una ofensa tan cruda que ninguna versión hoy la traduce literalmente. Juan el Bautista llamó "generación de víboras" a sus oyentes ( Mt 3:70) y denunció los pecados de Herodes, tan drásticamente que Herodes lo mató (Lc 3:19). San Pablo denunció al mago Barjesús como "hijo del diablo" (Hch 13:10), acusó a Bernabé y Pedro públicamente de hipocresía (Gál 2:12-14) y declaró malditos a los judaizantes de Galacia y a todos los que predican otro evangelio (Gál 1:8; cf. 5:1-13).
f
Aunque Jesús critica a la iglesia de Éfeso por haber abandonado "el primer amor", en seguida (¡qué paradoja!) les felicita por "aborrecer las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco" (Ap 2:4,6).[4] Esa tensión paradójica entre amor y odio es un mandato divino repetido frecuentemente en las escrituras:
Sal 97:10 "Yahvéh ama a los que odian el mal"
Sal 45:7: "Tu amas la justicia y odias la maldad" (de David;cf. 26:5; 119:163)
Prv 8:13 "el temor de Yavé es aborrecer el mal"
Prv 13:5 "el justo aborrece la palabra de mentira"
Amós 5.15 "Odien el mal y amen el bien, hagan que impere la justicia" (lo contrario, Miq 3:2)
Rom 12:9 "Aborrezcan el mal, aférrense al bien"
A través de la historia esa clase de "amor eficaz" y su converso, la ira santa y justiciera, ha sido la motivación que ha impulsado los grandes héroes de la libertad. Moisés, viviendo en el palacio, amaba a su pueblo y odiaba la opresión. Los profetas hebreos amaban apasionadamente la justicia y odiaban la corrupción y la maldad en su propio pueblo. Simón Bolívar y José Martí odiaban el colonialismo, Abraham Lincoln y José Simeón Cañas odiaba la esclavitud, Dietrich Bonhoeffer odiaba el nazismo; Martin Luther King odiaba el racismo. Todos ellos pertenecían a a la compañia noble de los indignados. ¿Cuales son los "santos odios" que deben inspirarnos a nosotros hoy? Igual que los cristianos de Éfeso, tenemos que aprender a odiar con Cristo las cosas que él aborrece:
Sólo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente,
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente.
Sólo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente,
Que no me abofetean la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte.
Sólo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.
Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente,
si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.
Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente
desahuciado esta aquel que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.
Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.
Eduardo Galeano, en un reciente escrito, afirmó que hay dos clases de personas, "los indignados" y por otra parte "los indignos". Ser neutral o pasivo ante la maldad es renunciar a su propia dignidad como ser humano. Para Ghandi, "Lo más atroz de las cosas de la gente mala es el silencio de la gente buena". "No me duelen los actos de la gente mala", declaró Martin Luther King, "me duele la indiferencia de la gente buena". Ese silencio, según King, va minando la misma humanidad de los indiferentes: "nuestra vida comienza a terminar en el momento cuando nos callamos sobre asuntos importantes". También dijo que "no hay nada en el mundo más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda".
Ya queda claro:
¡Dios mismo es un indignado,
y Jesucristo también!
¡Qué importante saber enojarnos!
Bienaventurados los indignados,
porque ellos buscan el reino de Dios,
que se haga la voluntad de Dios
en estas tierras nuestras.
¡Unidos para una fe más militante!
¡Bienaventurados los indignados:
Ay de vosotros los indiferentes!
Jaques Sagot 1.20.12 Sí, soy muy necio. El amor es necio, y yo amo a mi país. Si la crítica no es, fundamentalmente, un acto de amor, entonces no sirve para nada. Por eso voy a hablar hoy de otra (¡hay tantas!) saturnal del encanallamiento, ya sólidamente institucionalizada en nuestro país.
Sal 5.5 tu aborreces a los malhechores, destruyes a los mentirosos pues aborreces a los malhechores
119.113 aborrezco a los hipócritas
119.163 aborrezco y repudio la falsedad, pero amo tu ley
139:21s Aborrezco a los q te aborrecen, abomino a los q te rechazan; el odio q les tengo es odio implacabl
Prv 6.16 seis cosas aborrece Y, aun (Zac 8,17 cosas q Y aborrece)
28,16 Aborrecer la avaricia
Isa 33.15 aborrece la ganancia de viol
Jer 7.29 Y ha aborrecido (RVR) generación q provocó su ira
AMOS 5.15 Odien el mal y amen el bien, hagan aa impere la justicia
(Miq 3.2 otros odian al bien y aman el mal)
Rom 12.9 aborrecer el mal, seguir lo bueno
Apoc 2.4-6
Jesus, el Cristo de la espada, el Cristo agrio STAM172
Yo vi llorar a Dios (Julio Jaramillo, Vals Criollo del Perú
Anoche, soñando, he visto a Dios llorando, jamás lo olvidaré
ahora que estoy despierto, aún me parece cierto,
yo quiero contarle al mundo lo que soñé
ahora que estoy despierto, aún me parece cierto,
yo quiero contarle al mundo lo que soñé.
Yo vi llorar a Dios y al preguntar por qué lloraba
me contestó el Señor que por nosotros se apenaba
por qué ya no seguimos sus santos mandamientos
y nuestros pensamientos se alejan de su amor.
Me habló con triste voz de tanto niño abandonado
de la miseria cruel que tanto pueblo ha destrozado
por qué si le queremos y le necesitamos
por qué no terminamos de hacer llorar a Dios
por qué si le queremos y le necesitamos
por qué no terminamos de hacer llorar a Dios.
Yo vi llorar a Dios y al preguntar por qué lloraba
me contestó el Señor que por nosotros se apenaba
por qué ya no seguimos sus santos mandamientos
y nuestros pensamientos se alejan de su amor.
Me habló con triste voz de tanto niño abandonado
de la miseria cruel que tanto pueblo ha destrozado
por qué si le queremos y le necesitamos
por qué no terminamos de hacer llorar a Dios
por qué si le queremos y le necesitamos
por qué no terminamos de hacer llorar a Dios.
YO NO PUEDO CALLAR
Un río de lágrimas florece,
allá en las aldeas de Viethnam
y todos los niños que ahí mueren
jamás han tenido navidad.
E hambre clava y clava sus colmillos
en biafra, Nicaragua y Pakistán
y claman los ancianos mutilados
por el fatal efecto del napal
YO NO PUEDO CALLAR
NO PUEDO PASAR INDIFERENTE
ANTE EL DOLOR DE TANTA GENTE
YO NO PUEDO CALLAR
YO NO PUEDO CALLAR
ME VAN A PERDONAR AMIGOS MIOS
PERO YO TENGO AHORA UN COMPROMISO
Y TENGO QUE CANTAR LA REALIDAD....
Brasil, río de Janeiro se divierte
un río de placer su carnaval
y mientras que allá en otros lugares
se mueren por la falta de pan.
Y mientras que los pueblos poderosos
puedan hechar el trigo en alta mar
los cínicos exponen sus razones
para subir el precio y nada mas.
Cada minuto muere en este instante
un niño de fatal desnutrición
y el perro que se gasta el potentado
devora su filete de exporacion.
[1] Ver el final de Tomo I de mi comentario al Apocalipsis, "Cómo decir Amén cristianamente"/
[2] Algunos párrafos que siguen son adaptados de mi artículo, "¿Era Jesús siempre amable?", www.juanstam.com (12.28.2010).
[3] Cf. " Jesús y las riquezas", ibid. 11.24.2011.
[4] Esa aborrecible desviación, que parece haber consistido en una mezcla de fe en Cristo con el culto al emperador, se había presentado también en Pérgamo y Tiatira, y Jesus amenaza venir con su espada para pelear contra ellos.
Reflecciones sobre el ministerio de Menno Simons (the Mennonite)
03.03.2012 21:34Reflexiones sobre el ministerio de Menno Simons.
Las tensiones que la realidad impone: entre la persecución, el rigor doctrinario y el amor pastoral
by Tony Brun
Hemos de tomar distancia – valorativa pero también crítica – de Menno Simons. En ocasiones, es la distancia lo que nos ayuda a ver mejor. Cada persona o movimiento en evolución acaba tropezando con sus propios límites intrínsecos o limitaciones circunstanciales. Esta inevitabilidad aconteció también – lógicamente – con la pastoral de Menno Simons.1 A la misma vez, sus mismas limitaciones pueden constituirse en impulsos de trascendencia que otros movimientos o personas retomarán. Por eso, también hemos de ir más allá de Menno Simons.
En esto encontramos la circularidad hermenéutica (interpretativa) lanzada por el teólogo uruguayo Juan Luis Segundo: “Es necesario un continuo cambio en nuestra interpretación de la Biblia en función de los continuos cambios de nuestra realidad presente tanto individual como social. Y el carácter circular de dicha interpretación va en que cada nueva realidad obliga a interpretar de nuevo la revelación de Dios …”2
Como hemos analizado, sus problemas y también sus respuestas pastorales y/o teológicas pueden coincidir con los nuestros hoy en día. Pero también es obvio que nuestros problemas y respuestas necesariamente son y han de ser diferentes, nuevos y ni siquiera sospechados por Menno Simons.
Al respecto coincidimos con Juan Luis Segundo: “Si nuestra interpretación no cambia junto con los problemas reales, estos quedarán sin respuestas, y lo que es peor, recibirán respuestas viejas, inservibles y conservadoras”.3
Por eso, hemos de tomar distancia de Menno Simons, incluso hasta por seguimiento a la recomendación del apóstol Pablo: “examinadlo todo, retened lo que haya de bueno y manteneos lejos de toda clase de mal” (1 Tes 5:21-22).
1. Antes de criticar, comprender
Inmediatamente al abandono del sacerdocio católico romano, Menno no tuvo hasta el día de su muerte residencia fija. Cuando no estaba viajando visitando las iglesias, debatiendo contra contendores, animando los líderes, estaba huyendo secretamente de sus perseguidores. Con el crecimiento del movimiento pacífico anabautista, crecían las necesidades de orientación doctrinal, las disputas y divisiones internas. Muy pronto se extendió el liderazgo de Menno Simons. Sus escritos pastorales y tratados apologéticos eran impresos por todas partes a pesar de las persecuciones. Los severos edictos imperiales y las argucias del poder político-religioso para encontrar traidores entre el movimiento anabautista-menonita, no dieron resultado. Menno continuaba su labor itinerante y persistente.
Sus labores pastorales y sinodales comprendían: extender el movimiento, fortalecer y consolidar su unidad en doctrina y práctica pacífica, y escribir extensos tratados al servicio de las necesidades de las iglesias. Siempre se contaba con él para predicar, visitar las comunidades esparcidas, bautizar, orientar y consolidar las iglesias.
Así fue desarrollándose el amplio ministerio de Menno Simons: entre la persecución, el rigorismo doctrinal y el amor pastoral. Muy tempranamente la dura realidad le imponía su dolor y peligros. Es necesario comprender este contexto para comprender también sus ambigüedades y lo que hoy juzgaríamos como desaciertos pastorales y/o teológicos de Menno Simons. Tales ambigüedades y desaciertos le merecieron severas críticas y desacuerdos por parte de otros líderes anabautistas. Las tensiones, dolores y disgustos pastorales le provenían de afuera y de dentro de las iglesias.
2. Desde afuera: persecuciones y martirios
Confundidos y tratados como los apocalípticos violentos, los primeros seguidores de Menno Simons – pese a su notorio pacifismo – enfrentaron persecuciones, exilios, torturas y martirios. El mismo Menno Simons escapó muchas veces de ser cazado y martirizado.4 No así muchos de sus discípulos y recientes bautizados.
“Un hombre – escribe Menno – muy piadoso y temeroso de Dios, llamado Tjard Reynders, fue tomado prisionero donde yo vivía por la razón de haberme recibido secretamente en su casa, a pesar de ser yo un hombre sin hogar, sin amigos, y sin consideración de nadie. Poco después fue condenado y torturado en el torno y después de dar un valiente testimonio de su fe, murió… a semejanza de Su Maestro. Siempre había sido considerado hasta por sus enemigos, como un hombre piadoso e irreprensible”.5
¿Qué impacto debe haber dejado esta y otras experiencias similares en el ministerio de Menno Simons? Algunos de sus bautizados poco después fueron capturados y sometidos a tortura y muerte.6 Como ya reflexionamos podemos comprender sus cuestionamientos ¿“por qué los justos sufren y los malos prosperan?”. Podemos también entender sus escritos de consolación que apelan a la resistencia pacífica y a la esperanza apocalíptica en la justicia a las víctimas. Pero también podemos percibir – como ya dijimos – con claridad el porqué de su denuncia profética y actividad política a favor de los pobres y contra los opresores.
Porque para Menno Simons, como hemos aclarado en anteriores reflexiones y aplicando ahora las palabras del teólogo jesuita salvadoreño Jon Sobrino, “no solo hay que hablar de la cruz ( y resurrección), sino también de crucificadores (y del resucitador)”.7
Este es un aspecto de la pastoral de Menno Simons que continua siendo pertinente para rehacer la esperanza de las víctimas en la actualidad. Se trata de un asunto que se torna más relevante en el mundo de la pobreza y la opresión. Esta esperanza en la victoria de las víctimas es más relevante para el tercer mundo que para el primer mundo. Allí donde ocurren las crucifixiones de la historia contemporánea, allí puede resonar con más claridad no una esperanza cualquiera en la resurrección como destino luego de la muerte natural, sino una “esperanza en el poder de Dios contra la injusticia que produce victimas”.8
¿Explicaría esto la vitalidad social que el anabautismo radical despierta en la juventud del tercer mundo y la apatía (a-pathos = sin pasión) que en general le caracteriza en las iglesias del primer mundo? Tal vez. En todo caso, todos somos llamados a entroncarnos en esa esperanza mediante la práctica de liberación y compasión necesarias: bajar de la cruz a pueblo crucificado.9 En términos anabautistas, esta práctica corresponde al seguimiento de Jesucristo.
Menno Simons no escribió una teología sistemática sobre el Dios de las víctimas. Sus escritos más fundamentales no eran estrictamente teológicos sino referidos a la doctrina y prácticas de la iglesia.10 Sin embargo, en sus palabras pastorales podemos inferir la imagen divina de un Dios solidario con las víctimas.
“El mensajero ya está en la puerta, el que nos va a decir: ‘Vengan, benditos, entre en la gloria de su Señor’. Entonces nuestro luto se convierte en risa, nuestro dolor momentáneo en alegría sin fin. Estos tiranos con sus leyes sangrientas tienen su fin …” 11
“También sabemos que Aquél que nos ha llamado en esta gracia y en Quien confiamos, llevará nuestras cosas a buena conclusión. Él estará junto a Sus pobres y acosados hijos y los salvará en todo tiempo de necesidad y prueba, para su eterna honra y gloria.”12
No podemos saber cuán consciente estaba Menno Simons de esta idea de Dios. Sus preocupaciones más urgentes no eran teológicas sino concretamente pastorales. Sin embargo, partiendo de estas sus insinuaciones podemos adherirnos y desarrollar una idea de Dios más bíblica y corresponsable con las víctimas del mundo.13 Como hemos dicho, cada nueva realidad exige una nueva interpretación de la revelación divina.
Hemos de interpretar no solo nuestra tradición sino sobre todo nuestra situación. A cada líder, a cada pastor o pastora, a cada comunidad de creyentes le corresponde arriesgar e imaginar nuevas ideas de Dios.
Nuevas imágenes de Dios – que siempre es infinitamente más que nuestras imágenes – pueden ayudarnos a responder pastoralmente mejor a las necesidades del pueblo. En este sentido no abogamos por un distanciamiento de Menno Simons, sino por un ir más allá.
3. Desde adentro: pleitos, divisiones y rigor doctrinal
En los primeros años de ministerio anabautista Menno Simons se esforzó por establecer una distinción entre el derrotado movimiento violento de la ciudad de Munster y sus seguidores.
En sus viajes y escritos, predicaciones y debates, llamaba los erráticos apocalípticos a incorporarse a las comunidades anabautistas y pacifistas. Fue a partir de 1540 que se conoció ese movimiento como “menonitas”, caracterizándose por su rechazo de la violencia. En ese mismo año, Menno Simons publicó lo que quizás fue su obra más importante “El fundamento de la doctrina cristiana”.
El rápido surgimiento de iglesias, los restos activos del apocalipticismo violento y nuevas tendencias de espiritualismo místico – el cual Menno Simons consideraba peligroso - hicieron que el anabautismo menonita se volviera más sectario, ortodoxo en la doctrina y riguroso en la disciplina. La excomunión o expulsión de la comunión fraternal adquirió una frecuencia extraordinaria. Y también, trajo pleitos y divisiones más frecuentes al interior de la grey de Menno Simons. Hasta sus últimos años Menno se vio envuelto – personalmente o por carta – en las discusiones y discrepancias respecto a la disciplina o excomunión. Pero antes veamos las varias opiniones respecto a la excomunión.
3.1 Diversas opiniones sobre disciplina y excomunión
Es necesario comprender que existían en la época una variedad de opiniones y prácticas respecto a la excomunión. Primero, el cristianismo católico o protestante que reconocía la fusión iglesia y sociedad practicaban dos clases de excomunión. La “excomunión menor” que prohibía la participación en los sacramentos eclesiásticos. La “excomunión mayor” o sea la exclusión absoluta de la sociedad civil, el destierro, aun la persecución, tortura y hasta la muerte. Como muchas veces se lamentaba Menno ¡ambas cosas legitimadas con la Biblia! Segundo, los anabautistas que en general pregonaban la separación Iglesia y Sociedad y que los sacramentos contenían menos dimensión sagrada, practicaron otras formas de excomunión relacionada a la separación o trato fraternal. Es decir, relacionada a la vida de la iglesia. Tercero, aun entre los anabautistas se dieron diferencias en su aplicación, siendo sus extremos el rigor cruel y moralista y la comprensión indulgente.
Según J.H. Yoder “Menno se considera como centrista” o sea, entre ambos extremos y que entendía la separación no como búsqueda de pureza impecable sino como terapéutica pastoral, conducir al hermano errado hasta la reconciliación”.14
Creemos más bien que Menno Simons fue ambiguo moviéndose entre uno y otro extremo. Esa ambigüedad lo llevó a incongruencias, contradicciones y un autoritarismo no connivente con la práctica del amor.Y en esto hemos de distanciarnos de Menno Simons. Veamos.
Con frecuencia lamenta las contiendas “tanto por excesivo rigor como por excesiva indulgencia” y apela a que “esas lamentables contiendas respecto a la separación –tanto por rigurosidad como por indulgencia – sean finalizadas…” Inclusive reconoce que “no recibiré agradecimiento por parte de muchos, porque para algunos lo que he escrito será demasiado riguroso y para otros demasiado indulgente. Tengo que sufrir esto como lo he hecho en estos quince años…Pero no me atrevo ni ser más riguroso ni más tolerante que aquello que el Espíritu Santo me enseñe”.15
Menno Simons apela a la enseñanza del Espíritu sobre su persona, lo cual le acercaría a tendencias espiritualistas. Sin embargo, cuando algunos de sus ex seguidores y ministros habían abrazado el espiritualismo los excomulgó u ordenó excomulgarlos como anatemas. Por ejemplo, el caso de Adam Pastor ministro pacifista y ordenado por el propio Menno Simons en 1542 quien discordaba de la interpretación de Menno respecto a la divinidad de Cristo y respecto a la excomunión era más tolerante. Al respecto es interesante lo que dice el historiador George H. Williams: “Adam Pastor fue expulsado principalmente por sus ideas sobre Cristo y la Trinidad, [contrarias a las de Menno Simons] pero también había resultado que, en cuestiones como la excomunión y la separación entre los fieles y el estado, era mucho menos riguroso que el grupo principal de los menonitas”16
Pero en general en los años de frecuentes disensiones optó por el rigor – en ocasiones, moderado – de la separación y la evitación.
3.2 Respecto a la encarnación, la iglesia y la excomunión
Primero, Menno Simons desarrolló una idea de la encarnación de Cristo que causó mucha polémica y disensiones en el anabautismo de sus días. En esencia, para Menno Simons “Jesucristo – en cuanto a su origen – no es hombre terrenal, esto es, fruto de la carne y sangre de Adán. Es un fruto o un hombre celestial, su origen es el Padre, a semejanza del primer Adán, con excepción del pecado”17. En sus palabras, “no se hizo carne de María sino en María”.18
Segundo, en seguimiento de esto, la comunidad de los santos – la iglesia – que participa de la carne celestial de Cristo en la eucaristía o Cena del Señor, “están en Cristo, son creaturas nuevas, carne de su carne [celestial] hueso de su huesos y miembros de Su cuerpo … Ellos son la simiente espiritual de Abraham, hijos de la promesa, empeñados con Dios y co-participes de la bendición celestial”.19
Tercero, para Menno Simons la Iglesia era una comunidad disciplinada, inmaculada, sin mancha ni arruga. El nuevo orden de Dios se hallaba primordialmente en la Iglesia como comunidad de regenerados.“Según mi sentir –dijo Menno Simons – la excomunión es una característica sobresaliente, un honor, y un medio de prosperidad para una verdadera iglesia”.20 Por lo tanto, se comprende el rol primordial que fue adquiriendo la excomunión como separación y evitación de quienes se mantenían en el pecado. Para salvar la pureza de la doctrina y de la comunidad de santos, la excomunión era fundamental.
Cuarto, la excomunión o separación no hace acepción de personas. Para Menno Simons era una regla y orden general. Si bien lleva la meta del arrepentimiento y la reconciliación del pecador, también busca la “protección” de la iglesia. Por eso, Menno Simons y sus principales ministros definen la disciplina como “evitación” y era usada para “purificar, expulsar, apartarse…La separación fue establecida para que no seamos leudados con la falsa doctrina o con la impureza de vida del apóstata … Por lo tanto el Espirito Santo nos aconseja evitarlos para que no leuden nuestra fe y nos deshonren ante Dios”.21
Quinto, contra los excesos de rigurosidad y hasta crueldad liderados por algunos de sus propios obispos holandeses,22 Menno Simons busca una postura más moderada señalando que “a separación no es dada para destruir sin para edificar...es una obra de amor divino y no de perversa, inmisericorde y pagana crueldad … Por otra parte, las Escrituras enseñan que debemos sobrellevar a los débiles”.23 Sin embargo, en la práctica no sería siempre tan caritativo como en estas sus palabras. Apoyó la separación de los conyugues o padres e hijos por motivo de la excomunión como “evitar” [al pecador].
Ante los hechos mencionados (ver nota 21), Menno Simons manda una carta de protesta y condena de tales excesos, calificándolos como “inauditos fanatismos”. Sin embargo, llegado el momento no se puede decir que actuó en consecuencia de esto.
En otra parte, habían surgido disensiones entre aquellos que siendo un poco más indulgentes no evitaban al pecador excomulgado en el trato cotidiano, y los que por el contrario huían de todo trato social o cortés con la persona excomulgada. Menno se hallaba entre dos fuegos. Siendo el mismo intimidado y amenazado de excomunión si apoyaba la indulgencia, y queriendo mantener la disciplina como primordial en la Iglesia, acabó inclinándose hacia la posición más rigurosa declarando que todos los lazos humanos, incluso matrimoniales y familiares, tenían que ser cortados por fuerza suprema de la excomunión ordenada por los líderes de la iglesia. Los hermanos más indulgentes le reclamaron esta actitud, a lo que Menno Simons respondió en lo que sería su último escrito conocido, una autodefensa de su endurecida posición.24
La ambigüedad de Menno Simons le hizo verse forzado a tal actitud extremista que finalmente acabaría reforzando el rigorismo excesivo de sus principales líderes y obispos. Menno habría escrito otra carta con la esperanza de que aceptaran su postura. La carta no fue recibida con simpatía. El cisma ya era definitivo.
Vale mencionar que el grupo más moderado, tolerante y ecuménico en relación con otras iglesias y al cual Menno Simons rechazó en esa ocasión, fue el único grupo anabautista de Países Bajos que nunca se dividieron en cismas en ese largo periodo. Menno Simons apegado al rigor doctrinal con sus colegas obispos, nunca se adhirió a esta renovación de su movimiento, y las divisiones dentro de su grey continuaron por varios años después de su muerte.
3.3 Tomando distancia de Menno Simons
Toda tradición puede quedarse confinada en su tradición. Pero ser radical no es solamente quedarse en lo que fue, sino en ocasiones exige distanciarse e ir más allá. Como hemos dicho, Menno Simons fue un hijo de su tiempo y sus circunstancias. Con aciertos y errores buscaba responder pastoralmente a las tensiones que la realidad de su tiempo le exigía. Nuestra realidad, nuestro tiempo, nuestras circunstancias imponen cuestionamientos y tensiones diferentes también, por eso diferentes han de ser nuestras respuestas. Solo basta esta constatación para reconocer que llega el momento en que hemos de distanciarnos de Menno Simons.
Respecto a su concepto y práctica de la excomunión, hemos de distanciarnos porque sus respuestas pastorales ya no corresponden a nuestro tiempo y nuestras convicciones.
Su idea de la encarnación de Cristo es no solamente inadecuada teológicamente pues quitaría de Cristo toda su humanidad, sino deficiente en sus conocimientos biológicos. La idea de Menno Simons sobre la “carne celestial de Cristo” carece de toda base seria en la enseñanza de Jesús de Nazaret, quien nunca enseñó sobre lo que se convertiría luego en el centro de la fe cristiana. Además sobre la encarnación hasta el día de hoy no se han dado explicaciones satisfactorias.
Su imagen perfeccionista e inmaculada de la Iglesia necesariamente llevaría a prácticas rigurosas de la excomunión. Pero esto se aproxima más al espíritu farisaico que al evangelio de Jesucristo. Menno Simons usó más los textos paulinos para fundamentar la evitación o separación del pecador. E incluso, cuando interpreta Mateo 18:17 (“considéralo como gentil y publicano”) lo hace con el énfasis paulino de “evitar, separar, expulsar” (2 Tes 3:6; 1 Cor 5:11). Creemos que esto no condice con el espíritu de Jesús de Nazaret que comía, atendía y se rodeaba de “gentiles y publicanos” a quienes comunicaba la buena noticia de salvación y la gracia divina. Lejos de significar “separar, evitar, expulsar” este mensaje del evangelio significa que - como bien dice Juan Driver – “la comunidad debe volver a rodearlo con toda su solicitud evangelizadora”. 25
En este aspecto de la excomunión en el ministerio pastoral de Menno Simons abogamos por un distanciamiento de su práctica con rigor. Esta rigurosidad práctica y doctrinal del Menno Simons no nos es relevante para el día de hoy. En efecto, seguir esta enseñanza de Menno Simons haría a nuestra pastoral obsoleta e ignorante. Obsoleta porque no respondería a los nuevos problemas y a las nuevas soluciones que nos exige el ser humano y sus relaciones sociales en la actualidad. E ignorante porque desconocería los cambios y avances del conocimiento de la humanidad. Entonces, se hace necesaria una toma de distancia de Menno Simons.
Si tal fuera el caso, ¿podemos imaginar que el mismo Menno Simons nos orienta en esta toma de distancia? Creemos que sí. En 1550 publicó un tratado titulado “Clara exposición sobre la excomunión”. Allí se encuentran dos frasesitas que nos guiarán en nuestro distanciamiento y camino al encuentro de nueva luz respecto a la excomunión en el ministerio pastoral:
“La unción del Espíritu Santo nos ensenará qué será mejor hacer en ese caso…Porque un verdadero cristiano debe esforzarse por aquello que es lo mejor y lo más seguro”.26
4. Preguntas a nuestro ministerio pastoral
Algunas veces ciertos líderes son llamados – incluso por las mismas exigencias de la realidad – a ejercer una labor pastoral y de unidad más allá de una parroquia o comunidad local.
Lógicamente en aquellos tiempos las labores sinodales o en el conjunto de iglesias no tenían el volumen gigantesco de “asuntos administrativos” como en la actualidad. Pero tanto en sus escritos como en sus frecuentes reuniones y debates, el centro de su preocupación era la iglesia. No promoviéndose a sí mismo ni afanándose por poderes jerárquicos y eclesiásticos, buscó siempre seguir su vocación ministerial de servir al crecimiento, la unidad y paz del conjunto de las iglesias. Esto podemos observarlo claramente en su cambio de estilo de vida y de ministerio, caracterizado por la estrechez, la honradez y la cruz. E incluso, sus errores ya señalados nos hablan de una pasión por servir a la Iglesia y no por servirse de la iglesia.
En esto, Menno Simons es un ejemplo de servicio para quienes ejercen labores de pastorales y administrativas en conferencias o convenciones de iglesias.
Nunca es tarde para cambiar y seguir siendo esencialmente libre y honrado. No por obligación doctrinal o por miedo a la excomunión, sino por gracia divina. Por otra parte, hay veces en el ministerio cuando nos vemos presionados o presionadas por las tensiones que la realidad nos impone. En estas situaciones para seguir siendo esencialmente el mismo o la misma, hay que cambiar.
1. ¿Cuáles pueden ser los cambios personales que la realidad le exige?
2. ¿Cuáles son los cambios ministeriales que la situación eclesial le impone?
3. ¿De qué manera esos cambios personales o ministeriales proveen un mejor servicio y amor a la iglesia?
Muchos aspectos del ministerio pastoral son influenciados por la imagen de Dios que tenemos y alimentamos. Seamos consientes o no en los sermones y prácticas ministeriales, en como nos relacionamos con las personas o como administramos la iglesia y hasta en la forma en que criamos nuestros hijos, subyacen determinadas imágenes de Dios. Aunque sin elaboración teológica, en el ministerio pastoral de Menno Simons podemos encontrar una – entre otras – imagen de un Dios solidario con las víctimas.
1. ¿Cuál es su idea o imagen de Dios?
2. ¿Cómo influye esto en su ministerio pastoral o eclesial?
3. ¿Quiénes son las victimas en su comunidad o vecindario?
4. ¿Cómo se relaciona, responde y corresponde su idea o imagen de Dios con esas víctimas? ¿Por qué?
La palabra discípulo está relacionada con la palabra y el concepto “disciplina”. Lamentablemente la palabra disciplina ha sido desvirtuada de su sentido más original y acabó significando para el común de la gente en “castigo, punición, pena”. Aun en el tiempo de Menno Simons tales eran los significados. Aunque el mismo Menno buscó en sus escritos introducir el amor relacionado práctica disciplinar, en realidad sus acciones y decisiones mostraron más el sentido de “punición ejemplar”.
1. ¿Cómo se ejerce la amonestación, disciplina o excomunión en su comunidad eclesial?
2. ¿Recuerda un caso en que tal práctica aconteció en su iglesia? ¿Qué opinión le provoca actualmente tal experiencia?
3. ¿Ha predicado o escuchado un sermón expositivo sobre Mateo 18:15-20?
4. Si su respuesta anterior es “sí”, ¿cuál ha sido el énfasis de la enseñanza general? ¿Y cuál ha sido la interpretación de “tenerlo por gentil y publicano” (vers. 17)?
Tony Brun es parte del equipo de la oficina de Educación Pastoral y de Liderazgo Hispano en la Agencia de Educación Menonita.
1Con frecuencia nos parece encontrar un Menno Simons distinto entre los primeros y los últimos años de su ministerio. Tales cambios son consustanciales al proceso existencial de un individuo. Pero también lo son por las circunstancias cambiantes que le toca vivir.
2Segundo, Juan Luis. Liberación de la Teología (Editorial Lolhé, Buenos Aires 1975) p. 13
3Ibid, 13
4Although he successfully eluded arrest, numerous tales circulated of his narrow escapes from the authorities.
One oft-repeated, though likely apocryphal, story recounts how Menno was once traveling by stagecoach when a group of armed horsemen, carrying a warrant for Menno’s arrest, overtook the carriage. As it happened, Menno was seated outside next to the driver. When the soldiers asked him whether Menno Simons was in the carriage, Menno leaned into the coach and said, "They want to know if a Menno Simons is in there." When the occupants said no, Menno answered his pursuers: "They say he is not in there." The horsemen continued on their way. (https://www.mcusa-archives.org/MHB/mhb-roth.html)
5Bender, H. S y Horsch, J. Menno Simons. Su vida y sus escritos (Herald Press, Scottdale, PA 1979) p.48
6Ibid, 51
7Sobrino, Jon. La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas (Editorial Trotta, S.A. Madrid 2007) p.131
8Ibid, 70
9ASETT. Bajar de la cruz a los pobres: Cristología de la Liberación
10Excepto un breve tratado titulado “Confesión del Trino Dios” (1550)
11Snyder, Arnold. Selecciones Teologicas Anabautistas (Herald Press, Scottdale, PA 1985) p. 299-300
12Yoder, John H. (comp) Textos Escogidos de la Reforma Radical (La Aurora, Buenos Aires 1976) p.382-383
13En esta línea se ubican los trabajos más recientes de Jon Sobrino, así como también Jurgen Moltmann y Juan Luis Segundo. Además, la teología latinoamericana de la liberación no solamente ha reflexionado sobre la solidaridad de Dios, sino la misma presencia divina en los pobres y crucificados.
14Yoder, J.H. op cit, 346
15Ibid, 363-364
16Otro caso semejante es el de Francis Kuyper ex menonita y colega de Adam Pastor. Ver George H. Williams en La Reforma Radical (FCE, Mexico 1983) y H.S.Bender en Menno Simons. Su vida y sus escritos (Herald Press, Scottdale, PA 1979) p.68. Paréntesis nuestros)
17Williams, G. La Reforma Radical (FCE, México 1983) p. 431
18Ibid, 431
19Ibid, 430. Ver también Arnold Snyder en Selecciones Teológicas Anabautistas, op cit p. 80
20Ibid, p 432
21Yoder, J.H. op cit, p. 355 y 357
22Algunos líderes menonitas llegaban hasta a meterse por la noche en la casa de un hombre excomulgado o culpable de algun delito de excomunión, para quitarle a su mujer y a sus llorosos hijos, y asi poner en práctica la separación de la excomunión. Algunos eran excomulgados de la noche a la mañana sin que supieran el porqué. Ver G.H. Williams en La Reforma Radical (FCE, México 1983) p. 533-534
23Ibid, 359 y 357
24Para mayor información y detalles ver Williams, G.H. en La Reforma Radical (FCE, México 1983) p534-535
25Driver, Juan. Contracorriente. Ensayo sobre eclesiología radical (CLARA – Semilla, Colombia 1998) p. 69. Tercera edición.
26Yoder, J.H. op cit, p. 360 - 361
Antiguas confesiones de fe menonitas
29.02.2012 21:26
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Copyright © 1995 Dionisio Byler
Schleitheim (1527) y Dordrecht (1632):
Antiguas confesiones de fe menonitas
edición preparada por Dionisio Byler en 1995
Presentación
Los Siete Artículos que conforman el Acuerdo de
Schleitheim fueron adoptados en una reunión clandestina
de anabaptistas celebrada en el pueblito de
ese nombre, (Cantón de Schaffhausen, Suiza), el 24
de febrero de 1527. Externamente perseguidos e
internamente desunidos y desorganizados, el
hecho de llegar los anabaptistas a este acuerdo por
unanimidad, pareció en su día pocomenos que
milagroso. El autor de la carta de presentación y
probable autor de un primer borrador de los artículos
fueMiguel Sattler, cuyo martirio el 20 de
mayo de 1527 (sólo tresmeses después de dicha
reunión) causó una profunda impresión entre los
hermanos y fue narrada por varios autores anabaptistas
de la época.
Esta no es una Confesión de Fe propiamente
dicha, puesto que en lugar de tratar sobre toda la
doctrina cristiana, sólo toca aquellos puntos que
distinguían a los anabaptistas de las iglesias estatales.
La Confesión de Dordrecht fue adoptada por un
congreso de menonitas holandeses en la ciudad
del mismo nombre el 21 de abril de 1632. Antes
de que concluyera el Siglo 17 había sido adoptado
también por los menonitas del Palatinado (Alemania),
de Pennsylvania (entonces colonia inglesa)
y de Alsacia (Francia). En los siglos subsiguientes
ha sido la Confesión de Femenonitamás
difundida por todo elmundo, desde Rusia y
Ucrania, hasta el Paraguay. La redacción del primer
borrador fue obra del obispo menonita flamenco,
Adrián Cornelis.
En la tradición menonita, una confesión de fe
es siempremeramente representativa y testimonial;
nunca goza de autoridad comparable a la de
la Biblia.
Ofrecemos la presente edición en castellano de
estas antiguas confesiones de fe, como testimonio
de las raíces de las comunidades menonitas del
presente. Aquellas raíces influyen sobre la doctrina
y también la vivencia práctica de la fe. En estas
confesiones de fe se comprueba lomucho que tienen
los menonitas en común con las demás confesiones
evangélicas. Y se observan también aquellos
énfasis que, salvo algunas lógicasmatizaciones
imprimidas por el paso de los siglos, siguen
caracterizando a losmenonitas hasta el día de hoy.
2 Antiguas confesiones de fe menonitas
El acuerdo de Schleitheim
Fragmento de la carta de presentación
Amados hermanos y hermanas: Nosotros, que
nos hemos reunido en el Señor en Schleitheim am
Randen declaramos, en puntos y artículos, a todo
aquel que ama al Señor: Que en cuanto a nosotros
atañe, hemos sido conducidos a esta unidad en la
que nos plantamos firmes en el Señor como hijos
obedientes de Dios (hijos e hijas) que hemos sido
separados y nos mantendremos separados del
mundo en todo lo que hagamos y dejemos de
hacer. La alabanza y la gloria sean sólo para Dios,
esto ha sido posible sin la disconformidad de nadie,
hallándose todos los hermanos en completa
paz al respecto. En esto hemos sentido la unidad
del Padre y de nuestro Cristo común, hechos presentes
con nosotros pormedio de su Espíritu. Porque
el Señor es Señor de paz y no de contienda,
como Pablo indica. Para que veáis en qué puntos
experimentamos esto, debéis observar y comprender
lo siguiente:
Una gran ofensa ha sido introducida entre nosotros
por ciertos falsos hermanos, por la que varios
se han apartado de la fe, pretendiendo practicar y
observar la libertad del Espíritu y de Cristo. Pero
estas personas se han desviado de la verdad (para
su propia condenación) y se han entregado a la lascivia
y el libertinaje de la carne. Han pensado que
la fe y el amor pueden hacer y permitir cualquier
cosa y que nada les puede dañar ni condenar, ya
que presumen de «creyentes».
Tomad nota de ello vosotros, miembros de Dios
y de Cristo Jesús, que la fe en el Padre celestial por
medio de Jesucristo no toma esa forma; que no
produce ni genera tales cosas como estos falsos
hermanos y hermanas practican y enseñan. Guardaos
y estad sobre aviso respecto a tales personas,
puesto que no sirven al Padre, sino a su propio padre,
el diablo.
Pero entre vosotros esto no es así; puesto que
los que están en Cristo han crucificado la carne con
toda su lujuria y sus deseos. Yame entendéis, y
sabéis a quienes nos referimos. Separaos de ellos,
puesto que se han pervertido. Rogad al Señor que
les sea concedido el conocimiento que produce
arrepentimiento, y rogad por nosotros, que nos
mantengamos constantes y perseveremos en el camino
que hemos emprendido, para la gloria de
Dios y de Cristo su Hijo, amén.
Los siete artículos
Los artículos que hemos tratado y en los que
hemos sido conducidos a la unidad, son estos: el
bautismo, la excomunión, el partimiento del pan, la
separación de la abominación, los pastores de la
congregación, la espada, el prestar juramento.
I. Observad respecto al bautismo: El
bautismo será administrado a todos aquellos que
hayan sido instruidos en el arrepentimiento y el
cambio de vida, que de verdad creen que sus pecados
les han sido quitados pormedio de Cristo, y a
todos aquellos que desean andar en la resurrección
de Jesucristo y ser sepultados juntamente con él en
la muerte, a fin de resucitar juntamente con él; a
todos aquellos que entendiendo estas cosas, lo desean
ellosmismos y nos lo piden. En esto queda
excluido todo bautismo infantil, que constituye la
primera ymayor de las abominaciones del Papa.
Respecto a esto, tenéis razones y testimonio de sobra
en los escritos y en la práctica de los apóstoles.
Nos atenemos a esto con sencillez pero con toda
firmeza y seguridad.
II. Hemos sido conducidos a la unidad
respecto a la excomunión, de la siguiente
manera: La excomunión ha de emplearse con todos
aquellos que se han entregado al Señor para
seguirle en susmandamientos; aquellos que han
sido bautizados en un mismo cuerpo de Cristo, y
presumen de llamarse hermanos o hermanas, y que
a pesar de todo acaban cayendo en el error o el pecado,
siendo sorprendidos en su simpleza. Tales
personas han de ser advertidas dos veces en privado,
y una tercera vez han de ser amonestados en
público ante la congregación entera según elmandamiento
de Cristo (Mat. 18). Sin embargo esto ha
de hacerse conforme al orden establecido por el
Espíritu de Dios, antes del partimiento del pan, para
que podamos todos partir y comer de un mismo
pan y beber de unamisma copa en un mismo espíritu
y en un mismo amor.
Traducción de D. Byler, desde la traducción al inglés que aparece en
J. H. Yoder, The Legacy of Michael Sattler (Scottdale: Herald, 1973), pp. 34-45.
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III. Respecto al partimiento del pan,
hemos llegado a la unidad y estamos de acuerdo
así: Todos los que desean partir elmismo pan en
conmemoración del cuerpo partido de Cristo, y todos
los que desean beber de una misma bebida en
conmemoración de la sangre vertida de Cristo,
primeramente han de estar unidos en un mismo
cuerpo de Cristo, o sea la congregación de Dios,
cuya cabeza es Cristo; y estomediante el bautismo.
Porque como Pablo indica, no podemos participar
a la vez de la mesa del Señor y de la mesa de los
diablos. Tampoco podemos participar y beber a la
vez de la copa del Señor y de la copa de los diablos.
O sea que nadie que tenga compañerismo con las
obrasmuertas de las tinieblas puede participar en
la luz. Así, ninguno que siga al diablo y al mundo
puede tener parte entre los que han sido separados
del mundo para Dios. Quienquiera yace en la
maldad no halla lugar entre los buenos.
Por estemotivo tiene forzosamente que resultar
que todo aquel que no comparte un mismo llamado
de un mismo Dios a una misma fe, a un mismo
bautismo, a un mismo espíritu, a un mismo cuerpo
conjuntamente con todos los hijos de Dios, tampoco
puede ser partícipe de un mismo pan con ellos,
tal y como tendría que suceder en cuanto uno quisiera
partir el pan correctamente según elmandamiento
de Cristo.
IV. Hemos sido conducidos a la unidad
tocante a la separación que ha demantenerse
respecto a los malos y perversos que el diablo ha
sembrado en este mundo, sencillamente como sigue:
En que no hemos de tener comunión con los
tales, ni correr juntamente con ellos en la confusión
de sus abominaciones. Por estemotivo: Todos los
que no han entrado a la obediencia de la fe y no se
han unido a Dios de tal manera que anhelan hacer
su voluntad, son una gran abominación delante de
Dios; por consiguiente, aparte de cosas abominables,
ninguna otra cosa puede salir ni brotar de
ellos. Ahora bien: No existe en el mundo otra cosa
que el bien y el mal, la fe y la infidelidad, las tinieblas
y la luz, elmundo y aquellos que han sido separados
delmundo, el templo de Dios y los ídolos,
Cristo y Belial; y es imposible que tengan comunión
entre sí.
A nosotros, entonces, el mandamiento de Dios
nos resulta obvio, mediante el cual nosmanda separarnos
ymantenernos separados delmalvado, a
fin de que él sea nuestro Dios y nosotros seamos
sus hijos e hijas.
Además: El nos exhorta por tanto salir de Babilonia
y del Egipto terrenal, para que no seamos
partícipes en su tormento y sufrimiento, que el Señor
traerá sobre ellos.
De todo lo cual debemos aprender que todo
aquello que no haya sido unido a Dios en Cristo no
puede ser otra cosa que una abominación cuyo
contacto hemos de evitar. Nos referimos con esto a
todas las obras e idolatría y reuniones papistas y
contrapapistas, a la asistencia a iglesias y casas de
alterne, a las fianzas y garantías de los infieles, y a
otras cosas por el estilo, cosas que el mundo tiene
en alta estima y que sin embargo son carnales o incluso
rotundamente contrarias almandamiento de
Dios, según el patrón de la iniquidad que hay en
este mundo. Hemos de separarnos de todas estas
cosas y no tener nada que ver con ellas, ya que no
son más que abominaciones que nos harían despreciables
delante de nuestro Cristo Jesús, quien
nos ha liberado de la servidumbre a la carne y
hecho aptos para servir a Dios y al Espíritu que él
nos ha dado.
Por lamisma lógica hemos de dejar de lado
también las armas diabólicas de la violencia, tales
como la espada y la armadura (y renunciar a su
empleo para protección de amigos y contra enemigos),
teniendo en cuenta la palabra de Cristo: «no
resistáis al que es malo».
V. Hemos sido conducidos a la siguiente
unidad sobre los pastores en la iglesia de
Dios: El pastor en la iglesia ha de ser una persona
acorde con la regla de Pablo, plena y completamente,
que goza de buena reputación con los que están
fuera de la fe. La función de tal persona será la de
leer y exhortar y enseñar, advertir, amonestar y excomulgar
en la congregación, y de presidir entre
los hermanos y las hermanas en la oración y en el
partimiento del pan, y en todas las cosas cuidar el
cuerpo de Cristo, para que sea edificado y se desarrolle,
a fin de que el nombre de Dios sea alabado
y honrado pormedio nuestro, y la boca del que se
burla sea cerrada.
Ha de sermantenido, según fuere su necesidad,
por la congregación que le haya elegido, para que
todo aquel que sirve el evangelio pueda asimismo
vivir de ello, tal y como el Señor lo ha ordenado.
Mas si el pastor hiciere algo digno de reprensión,
nada se hará con él si no es mediante la palabra de
dos o tres testigos. Si pecan serán reprendidos públicamente,
para que otros teman.
4 Antiguas confesiones de fe menonitas
Mas si el pastor tuviera que huir o fuera conducido
al Señormediante la cruz, en esamisma hora
otro será ordenado en su lugar, para que el pequeño
pueblo y la manada pequeña de Dios no sea
destruida, sino que sea conservada y consolada.
VI. Hemos sido unidos como sigue tocante
a la espada: La espada constituye un
ordenamiento de Dios fuera de la perfección de
Cristo. Castiga y mata a los malvados, y guarda y
protege a los buenos. En la ley, la espada fue establecida
sobre los malvados para castigo y para
muerte, y los gobernantes seculares son establecidos
para emplearla.
Mas en la perfección de Cristo sólo se emplea la
excomunión, para la amonestación y la exclusión
del que ha pecado, sin lamuerte de la carne sino
sencillamentemediante la advertencia y el mandamiento
de que deje de pecar.
Muchos, al no comprender la voluntad de Cristo
para nosotros, se preguntarán si un cristiano no
puede y debe hacer uso de la espada contra los
malvados para protección y defensa de los buenos,
o motivados por el amor.
La respuesta nos ha sido revelada por unanimidad:
Cristo enseña ymanda que aprendamos de
él, que es manso y humilde de corazón, y que así
hallaremos descanso para nuestras almas. Cristo
dice a lamujer hallada en adulterio, no que deba
ser apedreada según la ley del Padre (aunque dice:
«lo que el Padre me hamandado, eso he hecho»),
sino que con misericordia y perdón y una amonestación
de que no pequemás, dice: «Ve, y no peques
más». Es exactamente así como debemos proceder
nosotros también, según la regla de la excomunión.
En segundo lugar algunos preguntan respecto a
la espada si un cristiano debe dictar sentencia en
disputas y contiendas sobre asuntos terrenales, tales
como los incrédulos tienen entre sí. La respuesta:
Cristo no quiso decidir ni juzgar entre dos hermanos
respecto a su herencia, sino que se negó a
ello. Así también debemos proceder nosotros.
En tercer lugar suele preguntarse respecto a la
espada si un Cristiano debe servir comomagistrado
si resulta nombrado a tal cargo. La respuesta es
la siguiente: Quisieron poner a Cristo como rey,
pero el huyó y no vio en ello la voluntad de su Padre.
Nosotros debemos hacer como él hizo y seguirle
a él, y así evitaremos andar en las tinieblas.
Porque él mismo dijo: «Todo aquel que quiera venir
en pos de mí, niéguese a símismo y tome su
cruz y sígame». Además élmismo prohibe la violencia
de la espada cuando dice: «Los príncipes de
este mundo se enseñorean sobre ellos, etc., pero no
sea así entre vosotros». Además Pablo dice: «A los
que conoció de antemano, Dios los predestinó a ser
hechos conformes a la imagen de su Hijo, etc.» Pedro
también dice: «Cristo sufrió—no reinó —
dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas».
Por último, queda claro por los siguientes puntos
que no le corresponde al cristiano lamagistratura:
el gobierno de las autoridades es conforme a
la carne, mas el de los cristianos conforme al Espíritu.
Sus casas ymorada permanecen en esta tierra,
la de los cristianos les aguarda en el cielo. Su ciudadanía
está en este mundo, la de los cristianos está
en el cielo. Las armas de su contienda y guerra
son carnales y tan sólo eficaces contra la carne, mas
las armas de los cristianos son espirituales, eficaces
contra toda fortaleza del diablo. Losmundanos se
arman con acero y hierro, mas los cristianos se arman
con la armadura de Dios, con verdad, justicia,
paz, fe, salvación, y con la Palabra de Dios. En una
palabra: así como piensa Cristo nuestra Cabeza, así
también hemos de pensar losmiembros del cuerpo
de Cristo pormedio de él, para que no haya división
en su cuerpo, lo cual resultaría en su destrucción.
Entonces, puesto que Cristo es tal como se
escribe acerca de él, así también susmiembros han
de ser iguales, para que su cuerpo permanezca entero
y unido para su propio progreso y edificación.
Porque cualquier reino que esté dividido en sí
mismo, será destruido.
VII. Hemos sido unidos como sigue
respecto a prestar juramento: El juramento
es una confirmación entre los que están discutiendo
o haciéndose promesas. En la ley viene
mandado que se pronuncie en el nombre de Dios,
verazmente y no en falso. Cristo, que enseña la
perfección de la ley, prohibe todo juramento entre
sus seguidores, tanto si es veraz como si es falso; ni
por el cielo ni por la tierra, ni por Jerusalén ni por
la propia cabeza; y esto por el motivo que explica:
«Porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo
cabello». Por lo que se ve claramente que queda
prohibido prestar cualquier juramento. No podemos
ejecutar lo que se amenaza al jurar, puesto que
somos incapaces de cambiar lomás diminuto de
nuestra naturaleza.
Ahora bien, hay personas que no creen el sencillo
mandamiento de Dios y dicen: «Sin embargo
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Dios juró por sí mismo a Abrahán, porque él era
Dios (cuando le prometió que le haría bien y que
sería su Dios si guardaba susmandamientos). Entonces,
¿por qué no puedo jurar yo mismo si le
prometo a alguien alguna cosa?» La respuesta:
Oíd lo que dice la Escritura: «Dios, deseandomostrar
más plenamente a los herederos de la promesa
la inmutabilidad de su propósito, interpuso un
mandamiento, a fin de que por dos cosas inmutables
seamos grandemente consolados (porque es
imposible que Diosmienta)». Observad el sentido
del pasaje: Dios tiene poder para hacer lo que te
prohibe a ti, puesto que para él todo es posible.
Dios le juró solemnemente a Abraham, dice las Escritura,
a fin de dar fe de que su palabra es inmutable.
Eso quiere decir: nadie puede interponerse o
desbaratar su voluntad; demanera que él puede
cumplir su juramento. Pero nosotros, como dijo
Cristo, no podemos ejecutar o cumplir nuestro juramento
y por lo tanto no debemos jurar.
Otros dicen que el prestar juramento no puede
quedar prohibido por Dios en el Nuevo Testamento
cuando había quedado mandado en el Antiguo.
Según ellos, lo único que se prohibe es que se jure
por el cielo, la tierra, Jerusalén y nuestra cabeza.
Respuesta: oíd la Escritura. Todo aquel que jura
por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel
que en él se sienta. Observad: queda prohibido jurar
por el cielo, que tan sólo es el trono de Dios.
¿Cuántomás queda prohibido jurar por Diosmismo?
Ciegos necios, ¿qué es mayor? ¿El trono, o
aquel que en él se sienta?
Otros dicen, entonces si está mal emplear a Dios
para establecer la verdad, entonces los apóstoles
Pedro y Pablo también juraron. Respuesta: Pedro
y Pablo tan sólo dan testimonio de aquello que
Dios había prometido a Abrahán, cosas que años
más tarde nosotros hemos recibido. Pero cuando
uno testifica, testifica respecto a realidades presentes,
sean buenas o malas. Es así como Simeón
habló sobre Cristo a María y testificó: «He aquí, éste
ha sido puesto para derribar y levantar amuchos
en Israel y para ser señal de contradicción».
Cristo nos enseñó lomismo cuando dijo: «Sea
vuestro hablar Sí, Sí; y No, No; porque todo lo que
es más que esto procede delmaligno». Dice que
vuestro hablar o vuestra palabra ha de ser Sí y No,
para que nadie interpreta que él lo permitía. Cristo
es simplemente Sí y No, y todos los que le buscan
con sencillez, comprenderán su palabra. Amén.
Fragmento de la carta de presentación
Amados hermanos y hermanas en el Señor: Estos
son los artículos que algunos hermanos previamente
interpretaban mal, de unamanera que no
cuadraba con su significado verdadero. En ello
muchas conciencias débiles hallaron confusión, de
manera que el nombre de Dios ha sido severamente
insultado, por cualmotivo era necesario que fuéramos
guiados a un acuerdo en el Señor, lo cual ha
sucedido. ¡A Dios sea la alabanza y la gloria!
Amados hermanos, tened en mente lo que Pablo
advirtió a Tito. Dice: «La salvífica gracia de Dios
se ha manifestado a todos, y nos disciplina, a fin de
que neguemos la impiedad y los deseos mundanos,
y vivamos vidas sobrias, justas y piadosas en este
mundo; aguardando lamisma esperanza y la manifestación
de la gloria del gran Dios y de nuestro
Salvador Jesucristo, quien se dio a símismo por
nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo para posesión suya, celoso
de buenas obras».
Que el nombre de Dios sea siempre bendito y
en gran manera alabado, amén. Que el Señor os de
su paz. Amén.
Hecho en Schleitheim, el día de San Mateo, Año
MDXXVII.
6 Antiguas confesiones de fe menonitas
La confesión de fe de Dordrecht
Artículo 1. Tocante a Dios, el Creador de
todas las cosas
La Biblia declara que sin fe es imposible agradar
a Dios, Heb. 11.6, y que es necesario que el que
se acerca a Dios crea que existe y que es galardonador
de los que le buscan. En vista de lo cual
confesamos con la boca y creemos con el corazón,
junto con todos los píos, según las Sagradas Escrituras,
que hay un Dios eterno, todopoderoso e incomprensible,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que
no hay otro que haya existido antes de él ni existirá
después de él. Por él y en él son todas las cosas.
¡A él sea la bendición, alabanza y honor, por todos
los siglos! Gén. 17.1; Deut. 6.4; Is. 46.9; 1 Jn. 5.7.
Creemos en este único Dios que hace todas las
cosas en todos. Le confesamos como creador de
todas las cosas visibles, quien en seis días creó y
preparó los cielos y la tierra, y todas las cosas que
en ellos hay. Creemos también que Dios las gobierna
y preserva, junto con todas sus obras, por
su sabiduría, su fuerza y la palabra de su poder.
Gén. 5.1-2; Hch. 14.15; 1 Cor. 12.6; Heb. 1.3.
Cuando hubo terminado sus obras y ordenado
y preparado cada una de ellas para que funcionaran
según su propia naturaleza, creó Dios el primer
ser humano, Adán, padre de todos nosotros.
Le dio un cuerpo formado del polvo de la tierra,
sopló en su nariz el aliento de vida. Así llegó a ser
el ser humano un alma viviente, creado por Dios a
su imagen y semejanza en justicia y santidad verdaderas,
para vida eterna. Dios dio al ser humano
un lugar superior a todas las criaturas, le dotó de
muchos elevados y excelentes dones, y le puso en
el huerto del Edén, donde le dio un mandamiento
y una prohibición. Después tomó del costado de
Adán una costilla, de la cual hizo una mujer y la
dio a Adán, para que fuese una ayuda idónea para
él.
Por consiguiente Dios ha hecho que de este
primer ser humano, Adán, desciendan todos los
seres humanos que habitan la faz de la tierra.
Gén. 1.27; 2.15,17,22; 5.1; Hch. 17.26.
Artículo 2. La caída del ser humano
Creemos y confesamos que según enseñan las
Sagradas Escrituras, nuestros primeros padres,
Adán y Eva, no permanecieron mucho tiempo en
el estado feliz en que fueron creados. Por lo contrario,
siendo seducidos por el engaño y la sutilidad
de la serpiente y la envidia del diablo, violaron
elmandato de Dios y llegaron a ser desobedientes
a su creador. Por esta desobediencia el pecado
entró en elmundo, y por el pecado la muerte.
Así la muerte pasó a todos los seres humanos,
pues todos pecaron e incurrieron en la ira y condenación
de Dios. Por esa razón Dios los sacó del
Paraíso para cultivar la tierra ymantenerse por sí
mismos, en tristeza, y para comer su pan con el
sudor de su rostro hasta que volvieran a la tierra
de la cual fueron tomados. Eso hicieron ellos,
aunque por este único pecado apostataron y se
apartaron a sí mismos de Dios, demodo que no
pudieron ayudarse a sí mismos, ni ser ayudados
por ninguno de sus descendientes, ni por los ángeles,
ni por cualquier otra criatura en el cielo o en la
tierra. Tampoco hubieran podido ser redimidos o
reconciliados con Dios jamás, salvo que Dios (que
tuvomisericordia de ellos, sus criaturas) actuó a
favor suyo e hizo provisión para su restauración.
Gén. 3.6,23; Rom. 5.12-19; Sal. 47.8-9; Apoc. 5.3; Jn.
3.16.
Artículo 3. La restauración del ser
humano por la promesa de la venida de
Cristo
Respecto a la restauración de nuestros primeros
padres y sus descendientes, creemos y confesamos:
Que no obstante su caída, transgresión y
pecado, y aunque no tenían poder para ayudarse a
sí mismos, sin embargo no fue la voluntad de Dios
que fuesen echados fuera ni que se perdieran eternamente.
Por estemotivo les llamó y les consoló,
mostrándoles que había aún un camino para su
reconciliación, a saber, el inmaculado Cordero, el
Hijo de Dios, predestinado para este fin desde antes
de la fundación delmundo. Dios les hizo esta
promesa a ellos y a todos sus descendientes cuando
ellos (los primeros padres) estaban aún en el
Traducción de Ernesto Suárez Vilela, en J. C. Wenger, Compendio de historia y doctrinas menonitas (Buenos Aires:
La Aurora, 1960), pp. 239-252. Texto levemente modernizado para una lectura más sencilla: D. Byler, 1995
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Paraíso, para su consolación, redención y salvación
(e incluso les fue dado desde entonces por fe,
como posesión propia). Todos los antiguos píos a
quienes esta promesa fue renovada la deseaban y
buscaban, contemplándola por la fe desde la distancia
y esperando su cumplimiento, creyendo
que él (el Hijo de Dios) en su venida redimiría y
libraría la raza caída, de sus pecados, culpa e injusticia.
Jn. 1.29; 11.27; 1 Ped. 1.18-19; Gén. 3.15; 1
Jn. 2.1-2; 3.8; Gál. 4.4-5.
Artículo 4. El advenimiento de Cristo a
este mundo y la razón de su venida
Confesamos y creemos también que cuando
llegó la plenitud del tiempo que los padres antiguos
tan ardientemente anhelaron y tan ansiosamente
esperaban, vino almundo elMesías, Redentor
y Salvador prometido de antemano (procedente
de Dios ymandado por él, según la predicación
de los profetas y los testimonios de los
evangelistas). Vino al mundo en forma humana,
de manera que la Palabramisma vino a ser carne y
humanidad. Creemos que fue concebido por el
Espíritu Santo, nacido de la Virgen María (quien
estaba desposada con un hombre llamado José, de
la casa de David) y que ella le dio a luz como su
hijo primogénito en Belén, y le envolvió en pañales
y le acostó en un pesebre. Jn. 4.25;16.28; 1 Tim.
3.16; Mat. 1.21; Jn. 1.14; Luc. 2.7.
Además de esto creemos y confesamos: Que él
es el mismísimo Señor, cuyo origen es desde el
principio, desde los días de la eternidad, quien no
tiene principio de días ni fin de vida, de quien se
testifica que es el alfa y la omega, principio y fin,
el primero y el último. Que él, y ningún otro, es el
que fue elegido, prometido ymandado. Que vino
al mundo y que es el unigénito Hijo de Dios, el
primero y propio Hijo, quien fue antes de Juan el
Bautista, antes de Abraham, antes del mundo;
quien fue Señor de David y quien es Dios de toda
la tierra, el primogénito de toda criatura; quien fue
mandado almundo y quien élmismo ofreció su
cuerpo como una ofrenda y sacrificio a Dios en
olor suave; y todo esto para la consolación, redención
y salvación de toda la raza humana. Miqueas
5.2; Heb. 7.3; Apoc. 1.8; Jn. 3.16; Rom. 8.32; Col.
1.15; Ef. 5.2; Heb. 10.5.
Pero cómo o en qué manera este digno cuerpo
fue preparado, o cómo la palabra vino a hacerse
carne y al mismo tiempo hombre, no sabemos.
Nos contentamos con la declaración que los evangelistas
fieles de Dios han dado y dejado en sus
descripciones de esto. Confesamos que él es el
Hijo del Dios viviente, en quien existe toda nuestra
esperanza, consuelo, redención y salvación, lo
cual no hemos de buscar en ningún otro. Luc.
1.31-35; Jn. 20.30-31.
También creemos y confesamos por la autoridad
de la Escritura, que cuando terminó su carrera
y obra para las cuales fue enviado almundo, fue
entregado en manos de los injustos (por la providencia
de Dios). Que sufrió bajo el gobierno de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto, sepultado y
que resucitó de la muerte al tercer día. Que ascendió
al cielo, donde ahora está sentado a la diestra
de Dios, de donde vendrá otra vez para juzgar
a los vivos y a losmuertos. Luc. 23.1,53;24.5-6,51;
Mar. 16.19; Hch. 10.42.
Así que creemos que el Hijo de Dios murió,
gustó lamuerte por todos, derramó su preciosa
sangre y así hirió la cabeza de la serpiente. Destruyó
así las obras del diablo, aboliendo el acta del
decreto contra nosotros, y logró la redención para
toda la raza humana. Así llegó a ser él la fuente
de salvación eterna para todos los que desde el
tiempo de Adán hasta el fin delmundo crean en él
y le obedezcan. Heb. 2.9; Gén. 3.15; 1 Jn. 3.8; Col.
2.14; Rom. 5.18.
Artículo 5. La ley de Cristo, a saber, el
Santo Evangelio o el Nuevo Testamento
Creemos también y confesamos que Cristo, antes
de su ascensión, estableció e instituyó su nuevo
testamento y lo dejó a sus seguidores, para que
fuera y quedara así, un pacto para siempre. Que
Cristo confirmó y selló este pacto con su propia
sangre y lo ha encomendado tan altamente a sus
seguidores, que ni a los hombres ni a los ángeles
es permitido cambiarlo, quitar o añadir a él. Mat.
26.28; Gál. 1.8; 1 Tim. 6.3; Apoc. 22.18-19; Mat.
5.18; Luc. 21.33.
También hizo que este pacto (que incluye todo
el consejo y la voluntad de Dios, todo cuanto es
necesario para la salvación) fuera proclamado en
su nombre por sus amados apóstoles a todas las
naciones, pueblos y lenguas. Dichos apóstoles,
(mensajeros y siervos a quienes eligió y mandó al
mundo con este propósito) predicaron el arrepentimiento
y la remisión de pecados conforme él
dispuso que se declarase en dicho pacto: Que to8
Antiguas confesiones de fe menonitas
dos los hombres sin distinción serán sus hijos y
herederos legítimos, si son obedientes y por la fe
siguen, cumplen y viven según las enseñanzas del
nuevo pacto. Así Cristo no excluye a ninguno de
la preciosa herencia de eterna salvación, excepto a
los incrédulos, desobedientes e infieles, que la
desprecian. Los tales, por sus propias acciones incurren
en culpa. Al rehusar la salvación semanifiestan
a símismos indignos de la vida eterna.
Mar. 16.15; Luc. 24.46-47; Rom. 8.17; Hch. 13.46.
Artículo 6. Arrepentimiento y enmienda
de vida
Creemos y confesamos que la intención del corazón
del ser humano esmala desde su juventud
y, por consecuencia, inclinada a toda injusticia,
pecado ymaldad. Que por ende, la primera doctrina
del precioso nuevo testamento del Hijo de
Dios es el arrepentimiento y enmienda de vida.
Gén. 8.21; Mar. 1.15. Por lo tanto, los que tienen
oídos para oir y corazones para entender deben
producir fruto digno del arrepentimiento. Deben
enmendar sus vidas, creer el evangelio, apartarse
del mal y hacer el bien. Deben también desistir
del mal y dejar de pecar. Deben despojarse del
viejo hombre con sus obras y revestirse del nuevo,
creado conforme a Dios en justicia y santidad no
fingidas.
Porque ni el bautismo ni el sacramento o comunión
en la Iglesia, ni ninguna otra ceremonia
externa, puede sin fe o sin el nuevo nacimiento
ayudar o calificarnos para que podamos agradar a
Dios o recibir ninguna consolación de él. Luc. 3.8;
Ef. 4.22,24; Col. 3.9-10.
Todo lo contrario, hemos de ponernos delante
de Dios en plena certidumbre de fe, y creer en Jesucristo,
como hablan y testifican las Sagradas Escrituras.
Por esta fe obtenemos el perdón de nuestros
pecados, llegando a ser santificados, justificados,
e hijos de Dios. Por esta fe llegamos a ser participantes
de sumente, naturaleza e imagen, al nacer
de nuevo de Dios, de simiente incorruptible de
lo alto. Heb. 10.21-22; Jn. 7.38; 2 Ped. 1.4.
Artículo 7. El santo bautismo
Tocante al bautismo, confesamos que todos los
creyentes penitentes deben de ser bautizados con
agua en el siempre adorable nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Los tales han llegado a
estar unidos a Dios por la fe, el nuevo nacimiento
y la renovación del Espíritu Santo, y sus nombres
están escritos en el cielo. Tal bautismo constituye
la confesión bíblica de su fe y renuevo de vida, según
elmandamiento y doctrina de Cristo, siguiendo
el ejemplo y la costumbre de los apóstoles.
Mediante elmismo son sepultados de sus pecados
y así vienen a incorporarse a la confraternidad
de los Santos. Después tienen que aprender a
observar todas las cosas que el Hijo de Dios enseñó,
cosas que dejó escritas en la Biblia y ordenó
hacer a sus seguidores. Mat. 3.15;28.19-20; Mar.
16.15-16; Hch. 2.38; 8.12,38;9.18;10.47;16.13; Rom.
6.3-4; Col. 2.12.
Artículo 8. La Iglesia de Cristo
Creemos y confesamos que hay una Iglesia de
Dios, visible. Como ya hemos dicho, esta Iglesia
está compuesta de aquellos que han manifestado
un verdadero arrepentimiento, han creído correctamente
y han sido debidamente bautizados,
uniéndose así a Dios en el cielo e incorporándose a
la confraternidad de los Santos en la tierra. 1 Cor.
12.13. Los tales representan el linaje escogido, real
sacerdocio y pueblo santo, y tienen el testimonio
de que son la esposa de Cristo y también hijos y
herederos de la vida eterna. Son asimismomorada
de Dios por el Espíritu Santo, edificados sobre
el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo
la piedra de ángulo Jesucristomismo.
Sobre este fundamento está edificada su Iglesia.
Jn. 3.29; Mat. 16.18; Ef. 2.19-21; Tit. 3.7; 1 Ped.
1.18-19;2.9.
Según su propia promesa, Cristo será consuelo
y protección de su Iglesia aún hasta el fin del
mundo. El morará y caminará con ella, y la preservará
para que ni vientos ni inundaciones ni las
mismísimas puertas del infierno prevalezcan contra
ella. Esta Iglesia del Dios viviente, la cual
Cristo ha comprado y redimido por su preciosa
sangre, ha de ser conocida por su fe evangélica,
doctrina, amor y conversación piadosa; también
por su pura conducta y práctica y por su observancia
de las verdaderas ordenanzas de Cristo,
que él ha encargado solemnemente a sus seguidores.
Mat. 7.25;16.18;28.20; 2 Cor. 6.16.
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Artículo 9. Elección y funciones de los
maestros, diáconos y diaconisas en la
Iglesia
Respecto a los ministerios y a la elección de
personas para desempeñarlos en la Iglesia, creemos
y confesamos: Que puesto que la Iglesia no
puede existir, ni prosperar, ni continuar en su estructura
sin directivos ni reglas el Señor mismo,
como un padre en su casa, designó y prescribió
sus ministerios y ordenanzas y ha dadomandamiento
tocante a los ministerios, acerca de cómo
andar en ellos considerando cada cual su propia
obra y vocación para hacerlo todo como corresponde.
Ef. 4.11-12.
Cristo mismo, como el fiel y gran Pastor y
Obispo de nuestras almas, fue mandado almundo
no para herir, quebrantar o destruir las almas de
los hombres, sino para curarlas. El buscó lo que se
había perdido y derribó las paredes divisorias, para
hacer uno demuchos. Formó así, de los judíos
y paganos de todas las naciones, una Iglesia. En
ello entregó su propia vida, procurándoles la salvación,
haciéndoles libres y redimiéndoles en su
propio nombre (cuya bendición ningún otro nombre
podía otorgarles ni valerles en obtener). 1 Ped.
2.25; Mat. 18.11; Ef. 2.13-14; Jn. 10.9,11,15.
Además de todo esto, antes de su ascensión,
proveyó a su Iglesia de fieles ministros: apóstoles,
evangelistas, pastores ymaestros. Estas son personas
que él escogió para la oración y suplicación
por el Espíritu Santo, para que ellos gobernaran,
alimentaran y vigilaran su grey, asumiendo el
cuidado de la misma. Igualmente les mandó que
actuaran en todas las cosas conforme al ejemplo
que élmismo les había dejado. Estos también
habían de enseñar a la Iglesia a observar todas las
cosas que él había mandado. Ef. 4.11; Luc. 6.12-
13;10.1; Mat. 28.20.
Asimismo ordenó que los apóstoles habrían de
ser fieles seguidores de Cristo y guiadores de la
Iglesia, mostrándose diligentes en estomismo, o
sea en escoger hermanos pormedio de la oración
y suplicación a Dios, proveyendo a todas las Iglesias
en los pueblos y distritos alrededor de obispos,
pastores y guiadores. Mandó asimismo ordenar
para estosministerios a hombres que tuvieran
cuidado de sí mismos y de la doctrina, así como
del rebaño. Estos habrían de ser ortodoxos en
la fe y piadosos en sus vidas y conversación.
Habrían de gozar de una buena reputación y conducta
tanto dentro como fuera de la Iglesia, para
que sirvieran de ejemplo en toda compostura y
buenas obras, y habrían de administrar dignamente
las ordenanzas del bautismo y los sacramentos
del Señor. Ordenó asimismo que estos hermanos
ordenados por los apóstoles, nombraran y ordenaran
a su vez en todo lugar donde hubiere necesidad,
hombres fieles como jefes o ancianos, quienes
a su vez fueran capaces de enseñar a otros. Los
tales habrían de ser confirmados en el nombre del
Señor por la imposición de lasmanos, luego de lo
cual dichos jefes o ancianos habrían de atender a
todas las cosas que la Iglesia necesitara; para que
ellos, como los siervos fieles de la parábola, pudieran
emplear bien el dinero de su Señor, y de este
modo salvarse a sí mismos y a los que les oyen. 1
Tim. 3.1;4.14-16; Hch. 1.23-24; Tit. 1.5; Luc. 19.13.
Cristo también ordenó que deben ellos tomar
mucho cuidado (particularmente en cada uno de
los lugares donde están puestos como superintendentes
o pastores) a fin de que todos los distritos
estén bien provistos de diáconos, quienes deberían
tener el cuidado de los pobres y recibir las ofrendas
para repartirlas fielmente entre los santos pobres
que tengan necesidad, y esto en toda honestidad.
Hch. 6.3-6.
También que sean elegidas hermanas honorables
como diaconisas, cuyos deberes serán ayudar
a los diáconos a confortar y cuidar a los pobres, a
los débiles, afligidos ymenesterosos, y cuidar de
las viudas y huérfanos. Además de eso, deben
contribuir al cuidado de los asuntos de la Iglesia
que propiamente caen en su esfera de acción, conforme
a su juicio y habilidad. 1 Tim. 5.9-10; Rom.
16.1-2.
Además, tocante a sus deberes, los diáconos
(particularmente si son personas idóneas para enseñar,
y elegidos y ordenados por la Iglesia), pueden
asistir a los pastores y obispos en exhortar a la
Iglesia. Así pueden ayudar en palabra y doctrina,
para que cada uno en amor sirva el uno al otro con
el talento que ha recibido del Señor, para que por
medio del servicio común y ayuda de cadamiembro
según su habilidad, el cuerpo de Cristo sea
edificado y la viña e Iglesia del Señor sean preservadas
en crecimiento y estructura. 2 Tim. 2.2.
Artículo 10. La Santa Cena o Comunión
Creemos y observamos también el partimiento
de pan o sea la Santa Cena que el Señor instituyó
con el pan y la copa antes de que sufriera, y que
10 Antiguas confesiones de fe menonitas
observó élmismo con sus apóstoles, recomendando
que fuera observada por los creyentes en conmemoración
de los sufrimientos y la muerte del
Señor (es decir el partimiento de su digno cuerpo
y el derramamiento de su preciosa sangre) para la
raza humana entera. El propósito de este sacramento
es hacernos recordar el beneficio de los sufrimientos
y la muerte de Cristo, a saber, la redención
y eterna salvación (la cual compró élmediante
sumuerte), y el gran amormostrado al hombre
pecador. Por lo cual se nos exhorta amar los unos
a los otros, cada cual a su prójimo, y perdonar y
absolverlos así como Cristo ha hecho por nosotros.
También hemos de procurar mantener y guardar
vivas la unión y comunión que tenemos con Dios
y los unos con los otros, lo cual representa el partimiento
del pan. Mat. 26.26; Mar. 14.22; Luc.
22.19; Hch. 2.42,46; 1 Cor. 10.16;11.23-26.
Artículo 11. El Lavamiento de los pies
Confesamos también el literal lavamiento de
los pies de los Santos. El Señor Jesús no solamente
lo instituyó y enseñó, sino que él mismo lavó los
pies de sus apóstoles, aunque era él su Señor y
Maestro. Al hacer esto les dio ejemplo de que
ellos también deberían lavar los pies los unos de
los otros, haciendo el uno con el otro lo que él
había hecho con ellos. Los apóstoles después enseñaron
a los creyentes a observar literalmente esta
enseñanza bíblica. Todo lo cual es una señal de
humildad verdadera, y más particularmente sirve
para hacernos recordar el lavamiento de la purificación
del alma en la sangre de Cristo. Jn. 13.4-17;
1 Tim. 5.10.
Artículo 12. El matrimonio
Confesamos que hay en la Iglesia de Dios y entre
los creyentes de sexos distintos, un estado de
matrimonio honorable tal como Dios lo instituyó
en el paraíso entre Adán y Eva (y tal como el Señor
Jesús lo reformó quitando todos los abusos en
que se hallaba sumido, restaurándolo así a su
primera condición). Gén. 1.27; 2.18,22,24.
De estamanera el apóstol Pablo también enseñó
y permitió el matrimonio en la Iglesia, dejando
a elección de cada uno el entrar en él con cualquier
persona, con tal que lo hiciera en el Señor. En
nuestra opinión, las palabras «en el Señor» han de
entenderse con referencia al orden primitivo,
cuando los patriarcas tenían que casarse entre su
propia parentela o generación. Conforme a lo
cual, bajo la dispensación del Nuevo Testamento
no les está permitida ninguna otra libertad a los
creyentes que la de casarse entre la generación escogida,
o sea la parentela espiritual de Cristo, a
saber, con tales personas que ya están (y antes de
su matrimonio estaban) unidas a la Iglesia evangélica
en corazón y alma, habiendo recibido el mismo
bautismo y perteneciendo a lamisma Iglesia;
personas que son de lamisma fe y doctrina, y que
tienen ideas iguales tocante a cuestiones de religión.
1 Cor. 7;9.5; Gén. 24.4;28.6; Núm. 36.6-9.
Tales personas, como ya hemos dicho, se hallan
entonces unidas por Dios y la Iglesia en equivalencia
con el orden primitivo, y a esto se lo llama
«matrimonio en el Señor». 1 Cor. 7.39.
Artículo 13. La autoridad de gobierno
Creemos y confesamos que Dios ha instituido
la autoridad civil para castigo de los malos y protección
de los píos. También para gobernar el
mundo, a países y ciudades, y para preservar a sus
súbditos en buen orden y bajo buenas leyes. Por
lo tanto no se nos permite despreciar, blasfemar ni
resistir a la autoridad. Todo lo contrario, hemos
de reconocerla como servidora de Dios, y estar sujetos
a ella y obedecerla en todo lo que no milita
contra la ley, voluntad omandamiento de Dios.
Hemos de estar dispuestos a toda buena obra.
También hemos de abonarle fielmente los derechos,
impuestos y contribuciones exigidas, dándole
así lo que es debido y justo. Esto enseñó, hizo y
ordenó Jesús que hicieran sus seguidores. Creemos
también que hemos de orar seriamente por
las autoridades y su bienestar, y en pro de nuestro
país, para que podamos vivir bajo su protección,
mantenernos a nosotros mismos, y vivir quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad.
Y además, que el Señor recompensará a nuestros
gobernantes aquí y en la eternidad por todos
sus beneficios, libertades y favores que gozamos
bajo su administración laudable. Rom. 13.1-7; Tit.
3.1-3; 1 Ped. 2.17; Mat. 17.27;22.21; 1 Tim. 2.2.
Artículo 14. Defensa mediante la violencia
Respecto a la venganza (por la que resistimos a
nuestros enemigos con la espada), creemos y confesamos
que el Señor Jesús ha prohibido a sus discípulos
y seguidores toda venganza y resistencia,
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y ha ordenado que no devuelvan mal por mal, ni
maldición pormaldición, y que guarden la espada
en su vaina. O sea que como predicaron los profetas,
«forjarán sus espadas en rejas de arado y sus
lanzas en podaderas; no alzará espada nación contra
nación, ni se adiestrarán más para la guerra».
Mat. 5.39,44; Rom. 12.14; Miq. 4.3.
Vemos que según el ejemplo, la vida y la doctrina
de Cristo, no hemos de hacer mal o causar
ofensa o molestia a nadie, sino buscar el bienestar
y la salvación de todos los hombres. En todo caso,
si la necesidad lo requiere, que huyamos de una
ciudad o país a otro por el amor del Señor, y suframos
la pérdida de nuestros bienes, antes que
dar ocasión de ofensa a alguno. Y si nos hirieran
en lamejilla derecha, que volvamos también la
otra antes que vengarnos nosotrosmismos o devolver
golpe por golpe. Mat. 5.39;10.23; Rom.
12.19.
Además de todo esto hemos de orar por nuestros
enemigos, confortando y alimentándolos
cuando tengan hambre o sed. De estamanera les
convencemos, y venceremos con el bien elmal.
Rom. 12.20-21.
Por último, que hemos de hacer el bien siempre,
encomendándonos a nosotrosmismos a toda
conciencia humana delante de Dios, y según la ley
de Cristo, no hacer nada a otros que no queramos
que nos hagan ellos a nosotros. 2 Cor. 4.2; Mat.
7.12; Luc. 6.31.
Artículo 15. El prestar juramento
Tocante a prestar juramentos, creemos y confesamos
que el Señor Jesús ha ordenado a sus seguidores
que no juren en ningunamanera, sino
que su «sí» sea «sí» y su «no» sea «no». De esto
entendemos que está prohibida toda clase de juramentos,
y en vez de ello hemos de confirmar todas
nuestras promesas, contratos, declaraciones y
testimonios en todos los asuntos con un «sí» que
sea «sí» y un «no» que sea «no». Y que hemos de
actuar y cumplir siempre en todas las cosas y con
todas las personas, con cada promesa y obligación
que afirmamos, tan fiel y honradamente como si lo
hubiéramos confirmado con el más solemne juramento.
Y si hacemos esto, confiamos que nadie, ni
aún el gobiernomismo, tendrá justa razón de exigir
más de nosotros. Mat. 5.34-37; Sant. 5.12; 2 Cor.
1.17.
Artículo 16. Excomunión de la Iglesia
También confesamos y creemos en una excomunión,
una separación o castigo espiritual de la
Iglesia, para enmienda y no para la destrucción de
los transgresores, para que lo que es puro sea separado
de lo que es impuro. Es decir, si una persona
ha recibido la luz y el conocimiento de la
verdad, y ha sido recibida en plena comunión de
los santos; si después, a propósito o por vanagloria
peca contra Dios o comete algún otro «pecado
de muerte», y de estemodo cae en las estériles
obras de las tinieblas; entones tal persona llega a
estar separada de Dios y está excluida de su reino.
Cuando las obras malas de dicha persona vienen a
sermanifiestas y suficientemente sabidas de la
Iglesia, no puede permanecer en «la congregación
de los justos». Como miembro ofensor y pecador
abierto, debe ser suspendido de la plena comunión
por seismeses. Después de este tiempo, si no
se arrepintiere de su mal camino, será expulsado
de la Iglesia.
«Repréndele delante de todos» y «Limpiad la
vieja levadura». Así quedará tal persona hasta
que haga enmienda y muestre que está arrepentida
y que desea entrar otra vez en la Iglesia. Tal
expulsión obra como ejemplo y amonestación a
otros, también para que la Iglesia se guarde pura
de talesmanchas e infamias. De lo contrario el
nombre del Señor sería blasfemado, la Iglesia deshonrada,
y se echaría un tropezadero en el camino
de los de afuera. El propósito es que el transgresor
pueda convencerse del error de su camino y
llegar al arrepentimiento y a la enmienda de su
vida. Is. 59.2; 1 Cor. 5.5-6,12; 1 Tim. 5.20; 2 Cor.
13.10.
Respecto a la amonestación fraternal, como
también a la instrucción de los que yerran, hemos
de vigilar con diligencia y exhortarlos en toda
mansedumbre, para que ellos en toda humildad
enmienden sus caminos. Sant. 5.19-20. Y en caso
de que algunos siguieran obstinados e infieles,
hemos de reprobarlos como el caso lo requiera. En
fin, la Iglesia tiene que quitar de en medio de sí a
todos los malos, ya fuere en doctrina o en vida.
Rom. 16.17; 1 Cor. 5.11-13; 2 Tes. 3.14; Tit. 3.10.
12 Antiguas confesiones de fe menonitas
Artículo 17. Deberes para con los expulsados
Creemos quemuchamoderación cristiana debe
usarse al reprender a los expulsados, para que esto
no conduzca a su ruina sino que sea para su enmienda.
Según la doctrina y práctica de Cristo y
sus apóstoles, si tales personas tienen sed o andan
desnudas, enfermas o agobiadas por alguna aflicción,
estamos obligados a darles socorro o ayuda,
asistiéndolas como exija la necesidad. Lo contrario,
desampararles, puede conducirmás bien a su
ruina que a su enmienda. 1 Tes. 5.14.
Por tanto, no debemos tratar a tales ofensores
como a enemigos, sino exhortarlos como a hermanos
para así traerlos al conocimiento de sus pecados
y al arrepentimiento, para que así puedan reconciliarse
con Dios y con la Iglesia y ser recibidos
y admitidos en la misma. Así se ejerce el amor
hacia ellos, como corresponde. 2 Tes. 3.15.
Artículo 18. La resurrección y el juicio
Tocante a la resurrección de los muertos, confesamos
con la boca y creemos con el corazón que
según las Escrituras en el día del juicio todos los
hombres que hayan muerto o dormido, habrán de
ser levantados y hechos vivos por el incomprensible
poder de Dios. Y que estos, junto con los que
entonces queden vivos y que habrán sido transformados
en un momento, en un abrir y cerrar de
ojo, a la trompeta final, aparecerán ante el tribunal
de Cristo, donde los buenos serán separados de
los malos. Entonces cada uno recibirá según lo
que hubiere hecho por medio del cuerpo, sea bueno
o malo. Y creemos que los buenos y píos, como
benditos de Dios, serán recibidos por Cristo en vida
eterna. Allí recibirán aquel gozo que ojo no
vio, ni oído oyó, ni ha subido al corazón del hombre,
y allí reinarán y triunfarán con Cristo para
siempre jamás. Mat. 22.30,32;25.31; Dan. 12.2; Job
19.25-26; Jn. 5.28-29; 1 Cor. 2.9.
Y creemos que, por lo contrario, losmalos o
impíos serán echados afuera a las tinieblas, en los
tormentos eternos. Allí el gusano de ellos no
muere y el fuego nunca se apaga. Y allí, según las
Sagradas Escrituras, no habrá esperanza de ser
confortados o redimidos por toda la eternidad. Is.
66.24; Mat. 25.46; Apoc. 14.11.
¡Que el Señor por su gracia nos haga aptos y
dignos para que tal calamidad no caiga sobre nosotros;
y que seamos diligentes, mirando por nosotrosmismos
y por todo el rebaño; y que nos encontremos
en él en paz, sin mancha ni culpa alguna!
Amén.
Nota final
Estos son los principales artículos de nuestra fe
cristiana en general que enseñamos en todas partes
en nuestras congregaciones y familias, los cuales
profesamos vivir. Estos artículos, según nuestras
convicciones, contienen la única fe verdadera,
la cual los apóstoles en su tiempo creyeron y enseñaron,
y de la que testificaron por sus vidas, confirmándola
por su muerte. Es en esta fe que nosotros,
con gozo a pesar de nuestra debilidad, también
nos mantenemos, vivimos y morimos; para
que al fin, juntamente con los apóstoles y todos los
píos, obtengamos la salvación de nuestras almas
por la gracia de Dios.
Estos fueron los Artículos de Fe adoptados por
nuestras iglesias unidas en la ciudad de Dordrecht,
en Holanda, el 21 de abril del año de Nuestro
Señor 1632, y firmados por nuestrosministros
y diáconos.
Sonrie o Muere
29.02.2012 19:09José de Segovia Barrón
Sonríe o muere, la trampa del pensamiento positivo
La idea de que los pensamientos crean la realidad no es nueva. Está ya en Platón y todo el pensamiento mágico.
21 DE FEBRERO DE 2012
La escritora norteamericana Barbara Ehrenreich, advierte en su nuevo libro, Sonríe o muere (Turner, 2011), sobre "la trampa del pensamiento positivo" (*). La autora observa cómo esta seudoideología, nacida en Estados Unidos, no sólo se ha confundido con la fe, sino que se presenta falsamente como la solución a la crisis y a la enfermedad. En su optimismo irredento, algunos pretenden que no falla el sistema, sino la actitud de cada uno. Por eso prefieren ver el desempleo como una ocasión de superación personal, o invitan incluso a dar la bienvenida al cáncer como una oportunidad de dar un giro a la vida. Pero ¿qué tiene que ver este positivismo con la fe cristiana? La idea de que los pensamientos crean la realidad, no es algo nuevo. Está ya en Platón y todo el pensamiento mágico, pero resurge de un modo especial con la escuela formada a principios del siglo XIX por un grupo de filósofos de Nueva Inglaterra, en torno al trascendentalismo de Ralph Waldo Emerson (1803-1882). Este Nuevo Pensamiento del "profeta de la religión americana"–como lo llama Harold Bloom– aleja el pensamiento norteamericano de la idea puritana de desconfianza en uno mismo. El padre del pensamiento positivo –según su famoso divulgador, Norman Vincent Peale (1898-1993)– había estudiado teología como él, pero en Harvard. Era de hecho predicador unitario –Peale fue metodista, antes de ser pastor durante más de medio siglo en una iglesia reformada de Nueva York–. Su influencia, sin embargo, pronto traspasó los límites de su iglesia.
AUTOAYUDA Y SUPERACIÓN Las sencillas premisas en las que se basa el pensamiento positivo, han sido difundidas en libros de autoayuda y superación como la famosa parábola ¿Quién se ha llevado mi queso?, de Spencer Johnso n (1998), que ha sido una de las obras más vendidas a finales del siglo pasado. En esta historia, el queso que persiguen cuatro ratoncillos simboliza la felicidad, la riqueza, el empleo y el bienestar, que todos buscan. La moraleja es evidente: Hay que adaptarse a las nuevas circunstancias, en lugar de lamentarse de que te muevan el queso. En la misma línea elemental, más recientemente ha causado furor El secreto (2007) de Rhonda Byrne, que desvela una ley tan importante para el mundo personal como la gravedad para la física, aunque su demostración sea bastante dudosa. Se trata de la ley de atracción promulgada por el propio Emerson, por la que "cualquier idea que está en la mente se atrae hacia la vida" . El resultado ya se lo imaginan. Si las imágenes a las que uno da vueltas en la cabeza son de éxito, mansiones y dinero, hay que pensar en positivo, pase lo que pase. Barbara Ehrenreich observa cómo políticos, economistas, psicólogos y médicos han sido ganados ya a este pensamiento positivo, que "insta a pensar en las desgracias como oportunidades". Bestsellers como Nos despidieron… Y es lo mejor que nos ha pasado nunca (2005) de Harvey Mackay, ve el desempleo como la ocasión de pasar a un trabajo mucho mejor. "Si nos fijamos en las cosas positivamente, nunca hay razón de quejarse", pero qué ocurre –observa Ehrenreich– "si después de meses o años, todavía no has encontrado un puesto de trabajo o el cáncer ha hecho metástasis, sólo tienes que esforzarte más para ser positivo y superarlo". OPTIMISMO ANTROPOLÓGICO El "optimismo antropológico" que hizo famoso a Zapatero, no parece monopolio de un solo gobierno o partido político. Si el anterior presidente negaba la crisis, diciendo que "sólo tenemos alguna dificultad que nos viene de fuera" (7/2/08), afirmando que "el pesimismo no crea ningún puesto de trabajo" (1/6/08), el actual gobierno del PP parece tener como principal receta para intentar remontar la crisis la palabra mágica "confianza". En el ámbito académico, la misma idea domina escuelas de negocios como IESE o ESADE, que han organizado ciclos de conferencias bajo el título de La crisis como oportunidad. Se han publicado docenas de libros desarrollando este concepto. Los más famosos son La buena crisis (2009) de Alex Rovira y Buena crisis (2009) de Jordi Pigem –que se prologan el uno al otro–. A estos autores no les gusta el término autoayuda , puesto que se consideran más críticos que sus colegas norteamericanos, pero creen que estamos ante "una crisis de conciencia, más que económica". Ehrenreich demuestra hasta qué punto esta filosofía domina la sociedad actual con las observaciones que hace sobre la forma cómo ahora se afronta el cáncer . Es evidente que desde hace unos años, su tratamiento se envuelve de una jerga bélica, que presenta al enfermo como "un valiente luchador". Ya no hay pacientes, ni víctimas, sino guerreros que se enfrentan al tumor como un batallón enemigo. La autora –que ha vivido un cáncer de mama– relata su extrañeza en la insistencia en "eliminar los sentimientos tóxicos para derrotarlo" con una "actitud positiva", cuando es evidente que el cáncer no desaparece por tener "pensamientos positivos". ¿PESIMISTAS O REALISTAS? A algunos les parecerá algo excesivo el planteamiento de Ehrenreich –puesto que hay cierta verdad en las ideas que ella denuncia–, pero no hay duda que este positivismo se ha convertido en un dogma irrefutable, que está lejos de haber sido demostrado . Según unas declaraciones de Maria Die Trill, responsable de la Unidad de Psico-Oncología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid –para un artículo de Ramón Muñoz en El País, a propósito de este libro–, "ninguna investigación ha podido demostrar que la actitud o las emociones influyan en la progresión del cáncer". Para ella, esto "es un mito".
Igualmente, la autora observa cómo "el pensamiento positivo es en realidad un brillante método de control social, ya que anima a pensar que no hay nada malo en el sistema, y que lo que está mal tiene que ver con la actitud personal de cada uno" . Uno de los argumentos falaces que emplean los positivistas es dividir el mundo entre los que piensan en positivo como ellos y los pesimistas depresivos. Esta división interesada olvida que hay otra actitud posible: el realismo. Como observa el brillante documental Inside Job, cualquier especialista que se atrevía a alertar sobre la enorme burbuja que se estaba formando en torno a productos financieros basados en hipotecas impagables, eran automáticamente ridiculizados o condenados al ostracismo. "¿Quién tenía ganas de escuchar a unos economistas patéticos –dice el Nobel de Economía Paul Krugman–, advirtiendo que todo aquello era, en realidad, un negocio piramidal de dimensiones descomunales?" . En España, en plena crisis, una campaña unía a grandes empresas y entidades financieras junto a famosos multimillonarios, para decir que "entre todos lo arreglamos"… ¡eso es pensamiento positivo! FE EN LA FE Una de las partes más interesantes del libro de Ehrenreich, es la que se refiere por supuesto a la religión, donde observa que el "evangelio de la prosperidad" ha llenado "mega-iglesias" con su actitud positiva .
Predicadores como los Copeland, Joyce Meyer o Benny Hinn, son denunciados en esta obra por un mensaje con el que han amasado fortunas, mientras vuelan en sus aviones privados. Es evidente que muchos han confundido la fe con el pensamiento positivo, pero ¿qué es la fe entonces? La fe no es algo que viene de nosotros mismos, sino de Dios ( Efesios 2:8). No se trata de nuestra capacidad de superación personal, por un pensamiento positivo, sino "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" ( Hebreos 11:1). Lo que pasa es que para que la fe sea fe –bíblicamente hablando– tiene que tener un objeto. No puede ser fe en la fe, como los maestros de la prosperidad explican este texto. De acuerdo al Nuevo Pensamiento de hombres como Emerson, en el siglo XIX –que influyó en predicadores como Kenyon, el padre de la confesión positiva, o el pastor de la Catedral de Cristal, Robert Schuller–, "los seres humanos pueden experimentar salud, éxito y vida abundante usando sus pensamientos para establecer las condiciones de sus vidas". Es la "ley de la atracción", de la que habla Byrne en El secreto. Se cree que los pensamientos negativos pueden traer circunstancias lamentables, y los pensamientos positivos, agradables, como si la mente creara la realidad. Eso es pensamiento mágico, pero la fe no es magia. LA VERDADERA FE La verdadera fe implica tres elementos esenciales: un conocimiento auténtico, un asentimiento con la verdad, pero sobre todo confianza . Según un predicador de la prosperidad como Copeland, "Dios no puede hacer nada, aparte o independientemente de la fe, porque la fuente es la fe del poder de Dios". Según esta enseñanza, Dios no es más que un ser de fe, que depende de sus criaturas para actuar. Ya no es el Dios soberano de la Biblia, sino un patético títere a las órdenes de su creación, dependiendo de unas leyes espirituales y la fuerza de la fe. Es un Dios impotente, en vez de omnipotente, limitado, en lugar de trascendente.
Dios no tiene fe, sino que es el objeto de la fe en textos como Marcos 11:22 –uno de los favoritos de los predicadores de la prosperidad–. Para ellos, incluso Jesucristo es un resultado directo de la fe de Dios, como demuestra su milagrosa concepción. Nosotros mismos somos, para ellos, resultado de esa fe. Aquí todo es cuestión de fe, pero ¿qué fe es esa? La fe no es el arte de crear posibilidades. Eso es imaginación . Algo que no se podrá reprochar a ningún ser humano en el Día del Juicio. La fe es la confianza que podemos tener en un Dios Todopoderoso, por medio de Cristo Jesús. Este evangelio del éxito nos ofrece salud, dinero y poder, dándonos paz interior por la autoconfianza. El pensamiento positivo convierte a Jesús en el botones celestial, que pone a Dios a nuestra disposición con sólo pulsar el botón de la oración en el momento de necesidad. Esto es magia, no cristianismo. Cuando uno se humilla ante Dios, descubre que no hay nada que nos falle más que el éxito, por mucho pensamiento positivo que tengamos. Cristo advierte a sus seguidores que tendrán dificultades en el mundo. No hay nada propiamente cristiano en esas promesas de prosperidad. Jesús no vino a ser director de banco, ni empresario con éxito, sino a morir en una cruz. Y cuando el amor de Dios alcanza a una persona, no hay mayor honor que llevar una cruz. La fe es estar satisfecho con lo que Dios es para nosotros en Cristo Jesús, no con nosotros mismos y nuestras circunstancias . (*) Este artículo está parcialmente inspirado y ha tomado partes del texto publicado por Ramón Muñoz, en El País